El brasileño Marcello Quintanilha nos deslumbró hace casi dos años con ‘Tungsteno’, la primera de sus obras que fue traducida al castellano. Un thriller de alto voltaje que no daba un solo respiro al lector, donde se entrelazaban las vivencias de varios personajes. Con su nuevo cómic, ‘Talco de vidrio’, el autor cambia completamente de registro, manteniendo, eso sí, una tensión palpable a lo largo del relato y ese poderío narrativo que demostró en su anterior trabajo. Si en aquella ocasión centraba su atención en las clases más humildes y desfavorecidas de su país natal, ahora Quintanilha nos sumerge en la alta sociedad brasileña a través del personaje de Rosángela, una mujer que trabaja como dentista y está casada con un eminente cardiólogo llamado Mario. Es una mujer que lo tiene todo —dinero, familia, estabilidad laboral—, o eso parece, porque en el fondo Rosángela no está satisfecha con su vida. Se siente asolada continuamente por sus inseguridades, que se exacerban cada vez que se encuentra con su prima Daniele. Desde fuera, nadie diría que tuviera algo que envidiarle, ya que Daniele se ha divorciado, vive en una zona mucho más modesta que Rosángela y ni en sueños podría alcanzar el éxito profesional de su prima. Pero Rosángela no piensa lo mismo, no puede evitar sentirse inferior a ella, y esos celos enquistados se convierten en uno de los principales motores de la narración.
El cambio de registro que mencionaba antes no se limita a la ambientación, que sustituye las playas y los barrios humildes por los lujosos edificios donde habita la jet set. El cambio más importante se produce en la estructura básica de la obra, construida a partir de las observaciones de un narrador omnisciente que, a modo de monólogo interior, nos sumerge de lleno en la maltrecha psique de la protagonista. Quintanilha nos ofrece un retrato psicológico de Rosángela tan profundo, certero y elaborado que cuesta encontrar algo parecido en ningún otro cómic que hayamos leído. En lugar de ser meros espectadores de sus peripecias vitales, los lectores nos metemos de lleno en la piel de Rosángela y sufrimos a su lado la deriva de una existencia que a priori parece perfecta. Al mismo tiempo, somos capaces de identificar en ella esos miedos, esos anhelos, esas pequeñas miserias cotidianas tan propias del ser humano. Y aunque no siempre estemos de acuerdo con ella, aunque tenga esos dejes clasistas y esa doble cara con la que disimula sus rencores, no llega a resultarnos antipática. Tampoco es que nos compadezcamos de ella, ni que la miremos por encima del hombro. Sencillamente, nos convertimos en una parte de su ser hasta que pasamos la última página del cómic.
Quintanilha vuelve a hacer gala de un estilo de dibujo realista y descarnado, y aunque no tiene tanta ocasión de lucirse como con las vertiginosas secuencias de acción de ‘Tungsteno’, consigue un resultado vibrante incluso en las escenas más cotidianas. Y aunque el narrador se ocupa de describir con palabras la mayor parte de los pensamientos y sentimientos de Rosángela, la expresividad que otorga al personaje bastaría en muchas ocasiones para saber qué se le está pasando por la cabeza. Por todo ello, ‘Talco de vidrio’ es el cómic que más me ha marcado de todos los que he leído este año. Es un thriller diferente, con una carga psicológica que pocos historietistas serían capaces de igualar. Aunque no me gusta demasiado la etiqueta, si hubiera que catalogar un cómic como «novela gráfica», sin duda sería éste.
Talco de vidrio
- Autor: Marcello Quintanilha
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 164
- Precio: 17,90 euros