‘Soufflé’, un viaje onírico e inquietante

Adentrarme en las páginas de este ‘Soufflé’ me ha hecho evocar las emociones sentidas durante la lectura de otros cómics como ‘Agujero negro’, ‘Como un guante de seda forjado en hierro’ y el reciente ‘Oceania Boulevard’. Sensaciones comandadas por un halo de desconcierto y sorpresa, que asegura que no sabes con qué te vas a encontrar a la vuelta de cada página, y que aglutina emociones como la extrañeza, la fascinación, la inquietud e incluso la aversión. Y todo este torbellino de sensaciones lo consigue activar un joven autor de apenas 25 años, Cristian Robles, que se dio a conocer el año pasado con la publicación de su primera obra, ‘Ikea Dream Makers’.

Con ‘Soufflé’ sigue desarrollando su particular universo onírico partiendo, en esta ocasión, de una nueva droga homónima cuyo uso se está extendiendo entre los jóvenes. Sus efectos son similares a los del cannabis, pero más intensos, y tiene un curioso efecto secundario: puede provocar que al consumidor se le caigan miembros y apéndices de su cuerpo. Así lo descubren dos de los personajes de esta hilarante obra coral, Bea y Andy, que pierden los ojos y un brazo, respectivamente. Junto a ellos encontramos a Daniel y Gross, que inician la historia haciendo una hoguera en el campo y consumiendo unas cuantas bolitas de Soufflé; al inquietante padre de Andy, con los ojos siempre inyectados en sangre; y a mi favorito, Jerome, un chaval que está como una regadera y va por la vida disfrazado de Totoro tras haberse escapado del psiquiátrico.

Es difícil, por no decir imposible, resumir de algún modo la trama de este ‘Soufflé’ o concretar lo que vamos a encontrar en él. Es mejor descubrirlo por uno mismo. Concluida la lectura, y pese a lo enigmático de su contenido, sí que nos deja algunas ideas pululando por la cabeza en torno a la fuga de la realidad a través de las sustancias que alteran la conciencia, o sobre el acceso a esos paraísos artificiales de los que hablaba Baudelaire. La fragilidad, e incluso el absurdo, de las relaciones de pareja, familiares y de amistad también es un posible tema a debatir tras leer este volumen. No obstante, al margen de interpretaciones, lo que de verdad resulta interesante es descubrir el universo propuesto por Cristian Robles, heredero directo de las inquietantes pesadillas gráficas de Charles Burns, Daniel Clowes y Dave Cooper, pero con personalidad suficiente como para que podamos hablar ya de un creador con voz propia al que valdrá la pena seguir en un futuro para ver cómo sigue evolucionando y dando forma a las surrealistas ideas que corren por su mente.