'Shigahime 1', ¿quién se va a comer el corazón partío?

Cuando en una vecindad se habla de una casa siniestra lo habitual es que se comente que en ella se oyen voces y ruidos extraños, que se observan sombras terroríficas o que un misterioso animal parece vigilarla. Lo que no es común es que lo inquietante del asunto sea que en ella se ofrezca sexo gratis. Alguno dirá que esto, como muchas otras cosas, ya lo profetizaron los Simpson (aunque en una dimensión más light, en el episodio en el que Bart empieza a trabajar en un cabaret llamado Maison Derrière), pero la verdad que ‘Shigahime‘ empieza literalmente así, cuando un estudiante lleva a otro chico a conocer a la bella Miwako, una mujer de grandes apetitos, pero no precisamente los que este espera. Un manga con mucho eros…y también con mucho tánatos.

Con un aspecto angelical pero que parece combinarse con esa criatura clásica del folklore nipón que es la kuchisake onna Miwako, algo que ya vemos en la portada del cómic, Miwako es una auténtica criatura de pesadilla, casi podríamos decir una sirena en la dimensión mitológica del término, pero si nos movemos en un ámbito cercano a la cultura occidental lo más acertado sería calificarla de vampiro. Más en la linea de las historias de Suehiro Maruo que en la de ‘El caballero vampiro’, Miwako tiene un punto en común con Drácula y sus homólogos, y ese es la necesidad de un siervo que se encargue de las labores de las que ella no puede ocuparse en el exterior. Aquí será donde entre en juego el joven Osamu, un chico al que la promesa de un rato de diversión va a cambiarle literalmente la existencia.

‘Shigahime’ es un manga de difícil digestión. Sangriento y brutal, con una ligera tendencia al desnudo gratuito (en cuya representación no escatima en esas concesiones a la galería como son primerísimos planos o perspectivas tan forzadas como irreales), Sato Hirohisa destripa literalmente a sus personajes en una orgía de gore que va a poner a Osamu a prueba emocionalmente, convirtiéndose físicamente en un monstruo que se niega a convertirse psicológicamente en uno. Las dudas y la angustia de un personaje que se encuentra sin comerlo ni beberlo en una terrorífica situación es la clave de una historia cuyos niveles de gore van de menos a más, con ganas de jugar al más difícil todavía,…y si el menos es el consumo de un corazón humano, dejo al probable lector intente imaginar a dónde pueden conducirle las siguientes páginas.

Con una trama más efectista que efectiva, y un eficaz dibujo, ‘Shinigami’ es todo un festival para los amantes del terror más sanguinolento. Lejos de esa ambigüedad y esos giros inquietantes que nos hacen dudar si aquello a lo que asistimos es real o solo existe en la mente de sus personajes al que nos ha acostumbrado el terror japonés, este manga apuesta por la mutilación y masacre pura y dura, sin más excusa que el capricho de una Miwako cuyos auténticos poderes sabemos todavía estamos lejos de averiguar y más aficionada al palo que a la zanahoria, si bien puede revelar algún atisbo de bondad que sabemos no es en absoluto gratuito. Y su autor sabe reflejarlo de la manera más cruda posible dejando condenado el término elipsis a ser una palabra más en el diccionario que no pretende consultar.

Eroguro de manual, este manga se mueve en terrenos afines a autores tan extremos como Maruo o Shintaro Kago, pero lejos de la personalidad de los universos creados por artistas como estos. Ante la conclusión del primer tomo de los cinco que componen esta colección queda preguntarnos si esta obra nos regalará ese giro que puede dar la vuelta completamente la trama y llevarnos a nuevos terrenos de terror metafísico o se va a seguir moviendo por caminos más clásicos, a pesar del impacto que puede provocar en el lector más de una imagen. Queda, a pesar de que en inicio pueda sonar como una incongruencia, un retorcido pasatiempo ligero para amantes de las emociones fuertes. Si decidimos disfrutar de un auténtico festival de hemoglobina pocas apuestas mejores encontraremos en nuestra librería, si aspiramos a ser testigos de si esto va a algo más, de la mano de una víctima que en las últimas páginas parece revelar quizás no esté tan indefensa, nos quedan cuatro números más para tentarnos.