Tras Crisis Infinita, DC decidió relanzar a su principal grupo de magos, Shadowpact, colocándolo en manos expertas e imaginativas. No voy a negar a nadie que Bill Willingham, creador de Fábulas, me parece uno de los mejores guionistas de cómic de la actualidad, al menos en su serie propia. El problema estaba en comprobar si daba el salto a los superhéroes con igual buena mano o, más bien, se convertía en un nuevo Robert Kirkman, capaz de lo mejor en obras creadas por él mismo y de lo peor en encargos de las grandes.
Pr si fuera poco, en Shadowpact también está a cargo de los guiones Matthew Sturges, responsable de ‘Fábulas presenta: Jack’, así que es obvio comparar los méritos de uno y otro en la serie de Vertigo con su trabajo aquí. Y, la verdad, me esperaba mucho más.
Teniendo en cuenta las peculiaridades de Shadowpact como grupo (¡eh, un equipo de magos en el que participa un detective chimpance borrachuzo!), Sturges y Willingham bien hubieran podido hacer y deshacer. Pero se quedan en entretener de manera más o menos rutinaria.
No voy a negar que me lo he pasado bien leyendo ‘Tinieblas y luz’. Por ejemplo, algunas partes de ‘El contrato de Redención’, el primero de los dos arcos que incluye el tomo recopilatorio de Planeta, son una gozada: con Willingham dando las mejores muestras de cómo aprovechar la comicidad de unos personajes así. Ahí está, por ejemplo, ese abogado que se atreve a bajar al infierno para recuperar el alma de Diablo Azul.
Pero, en otras muchas partes, y especialmente en el arco guionizado por Sturges, la lectura aporta poca chicha real para un grupo que, por desgracia, ya tenía aquí las horas contadas: sus escasas ventas hicieron que DC decidiera clausurar la serie.
Es triste que sea así, porque tanto Willingham como Sturges estaban haciendo un trabajo muy superior al de cabeceras con mayor renombre dentro del universo DC, pero también es cierto que les ha faltado la chispa para encontrar el tono adecuado para Shadowpact. Lo hacen bien, pero les ha faltado brillar, deslumbrar como saben hacerlo, convertir a una serie de segunda en una imprescindible.
Que mi decepción no nuble la realidad: ‘Tinieblas y luz’ se disfruta. Los equipos gráficos elegido cumplen muy bien con su cometido, especialmente un Braithwaite que no es para nada estático pese a su apuesta más «fotográfica». Y Shadowpact son un grupo al que se le ve potencial. Pero eso es todo, cuando podría haber sido mucho más.
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