‘Rosario y Los Inagotables’, revisteando

Para todo aquel que lleve en esto de los comics algunos años sabrá de la importancia que tuvo en nuestro país un formato como la revista de tebeos. Aquellas en las que cabeceras de toda índole eran serializadas mes tras mes en unas pocas páginas que siempre dejaban con ganas de más a todos los lectores. Cualquier género contaba con un título en concreto: Creepy, Zona 84, Comix Internacional, Kiss Comix, Viñetas y, hasta para los más pequeños, se usaba la misma fórmula con Guay o Fuera Borda. El Víbora nos dio también muchas alegrías por lo variado de su contenido, historietas de corte más independiente y underground hacía las delicias de muchos aficionados. La Cúpula pone sus ojos sobre una de aquellas series y nos trae un estupendo integral de Rosario y los Inagotables, toda una joyita para ser disfrutada catorce años después de su primera publicación.

La frescura que aporta volver a visitar el particular mundo creado por Artur Laperla y Marcos Prior supone todo un ejercicio de nostalgia, de la buena, de la que te traslada a otra época, año 2000, en el que la situación era completamente distinta y nosotros pensábamos en otras cosas, o quizás en las mismas que ahora pero de un modo completamente distinto. Desde que abrimos el grueso volumen, los autores nos muestran la base en la que se va a sustentar todo el comic, no hay secretos, las cuatro primeras páginas (no les hace falta más) son una muestra perfecta del tipo de humor que nos vamos a encontrar. Cuatro páginas en las que se nos presentan a los personajes de esta peculiar obra, una historia que contará con el sello característico de guionista y dibujante.

¿Qué nos vamos a encontrar en este Rosario y los Inagotables? Pues un poco de todo, desde un humor que parece tomado de las mejores comedias de situación hasta la crítica social más ácida pasando por un poco de drama, ambiente musical de primera o ese realismo mágico tan propio de las obras firmadas por los hermanos Hernández, referente mencionado en la contraportada del libro (junto a los hermanos Cohen) y que tras echar una ligera hojeada descubrimos que los autores tampoco intentan ocultar esta inspiración. La forma en la que Laperla juega con todo lo que tiene a mano (los personajes, los distintos hilos narrativos, la forma de hablar y expresarse) hace de esta lectura algo apasionante, toda una lección de empatía con estos supervivientes urbanos que, gracias a la música, intentarán alcanzar sus sueños. Esperemos que La Cúpula siga recuperando este tipo de obras que, queramos o no, necesitan ser reivindicadas por nuestras editoriales ya que los aficionados las demandan constantemente. [A]