‘Record of Lodoss War‘ era, hasta ahora, una de esas asignaturas pendientes personales con el manga. Por la razón que sea, cuando fue publicado por primera vez en España, uno ya andaba hastiado del tebeo del país del sol naciente y sólo le echaba cuenta a Akira Toriyama, dejando pasar todo lo que, de forma cada vez más masiva, terminaba en las estanterías de las librerías especializadas cada mes —nada que ver con la salvajada que se edita a día de hoy, pero ya era muy visible entonces el poderoso empuje con el que venía el manga. El tiempo ha querido que, de una forma u otra, termine recuperando algunos títulos —pocos— de los que aquellos diez años largos me apartaron del cómic nipón y Planeta Cómic nos ha servido en bandeja la opción para hacer lo propio con este puntal de la fantasía heroica que llega en un nuevo formato de lujo que ha levantado no pocas ampollas entre el fandom más recalcitrante. Ampollas que, sinceramente, ni entiendo ni comparto: bien es cierto que hay un par de cosas que no se entienden del todo en este estuche con dos volúmenes y un libro de ilustraciones. Primera, la baja calidad del estuche, de un cartón fino al que ya se le ve que no va a resistir el paso del tiempo. Segunda, el que hayan sido dos volúmenes y no sólo uno los que albergan la historia, máxime cuando, al dar cuenta de ella, el corte del primero es completamente arbitrario y no parece responder a nada. ¿Escollos infranqueables? No, más bien pegas sin relevancia a las que, en esas voces iracundas, han venido a unirse encendidas críticas sobre el papel elegido —que a servidor le parece espléndido por esa cualidad que retrotrae a los primeros tiempos del manga en España al tiempo que, creo, queda muy bien con el «espíritu» del título— o, por supuesto, el precio, que algunos ven escandalosamente elevado.
Polémicas yermas al margen —si a estas alturas los coleccionistas que llevamos algo de tiempo en esto sabemos que esas voces tan pronto surgen airadas, se ahogan por su propia futilidad—, lo que aquí hemos de juzgar es, ante todo, la calidad intrínseca de ‘La dama de Faris‘ y, de paso, hacer alguna apreciación sobre la edición. De esta ya hemos apuntado a lo que nos parecería mejorable e insistimos en que, incluso con esas dos objeciones, el trabajo de edición de Planeta —que, al parecer, ha estado muy condicionado por imposiciones niponas, algo que debería haber acallado muchas voces críticas— nos parece encomiable. Así las cosas, hora es ya de departir sobre lo que sea que nos ofrecían Ryo Mizuno y Akihiro Yamada en esta epoyeya de tintes épicos que, con un dibujo por el que suspirar una y otra vez, queda lastrada por dos factores fatales que no hacen de ella, al menos a nuestros ojos, merecedora de la considerable leyenda que arrastra.
Y como tanto monta, monta tanto, comencemos por el trabajo de Yamada: fijaos que hemos dicho que el dibujo del japonés es uno por el que suspirar, cargado de espectacularidad, minuciosidad, asombro y perplejo como está la forma en la que el artista define personajes, entornos, criaturas, cuidando todo por igual en un conjunto sin par. Pero, ay, todo lo que el dibujo tiene lo adolece una narrativa que se mueve entre lo claridad más luminosa y la sima más oscura, reservando ésta a las muchas secuencias de acción en las que, francamente, no se entiende prácticamente nada. Eso, en cualquier cómic, es un problema tremebundo; en este, que basa más o menos la mitad de su efectividad en combates legendarios y enfrentamientos de la más variopinta naturaleza, lo es aún más por lo mucho que termina desesperando el no saber quién diantres está golpeando a quien o qué personaje ha entrado en escena para unirse a la liza de turno. Eso, en nuestro diccionario, hiere, y de gravedad, a la épica que, de otra parte, debería haber lucido un conjunto que en su vertiente más sosegada funciona a las mil maravillas por lo mucho que las conversaciones permiten dejar respirar al trazo de Yamada.
Esto nos deja, obviamente, con el guión de Mizuno. Y aquí hay una de cal y otra de arena. En la parte positiva, sabiendo la edad que ya arrastra la historia, nos quedamos con la creación de un mundo fascinante y la mitología que acompaña a Lodoss. En la menos positiva, que no negativa, el que todos los personajes sin excepción sean arquetipos trilladísimos y el que la historia avance por derroteros que se pueden leer a leguas y leguas de distancia; tantas, que si no fuera por la puntual adición a mitad del relato de algún personaje nuevo, cabría haber adivinado los senderos por los que el relato va a discurrir sin mucho espacio para el equívoco. Queda así ‘Record of Lodoss War. La dama de Faris‘, visto desde una perspectiva reduccionista que ignore todo lo que rodea a tan mítico título, como un manga que no es capaz de sobrevivir al enorme lustre visual que lo acompaña y que, hasta cierto punto, decepciona leído hoy, más de veinte años después de su publicación.
Record of Lodoss War. La dama de Faris
- Autores: Ryo Mizuno y Akihiro Yamada
- Editorial: Planeta Cómic
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 592 páginas
- Precio: 45 euros