‘Mi mamá me mima’ es una de esas frases entre la aliteración de manual y la ñoñez que uno aprende de niño y, francamente, no puede ser más cierta. Aunque como siempre hay excepciones y ahí entran, dejando de lado la prototípica madrastra de cuento, edificantes ejemplos como la Sra. White, madre de una tal Carrie, o la Sra. Bates, cuyo hijo lleva unos años sin ser él mismo. A este exclusivo club parece querer unirse la señora Seiko Osabe, una mujer joven y de apariencia dulce, abnegada ama de casa, sólo que quizás algo sobreprotectora con su hijo Seiichi. Sus actos en ‘Rastros de sangre‘ así parecen demostrarlo.
Tímido adolescente e hijo único, Seiichi vive una particular relación con su madre. Aunque parece desvivirse por él, despertándole dulcemente cada mañana y preocupada por su satisfacer todas sus necesidades, en el ámbito privado exhibe todo un carácter posesivo que ha hecho de su hijo todo un solitario fraguando todo un vínculo tóxico que mina su autoestima poco a poco. Pero su vida dará un giro completo cuando durante una excursión en la montaña su primo resulta gravemente herido, quedando en coma, en un extraño incidente cuya causa real sólo conocen nuestro protagonista y su progenitora. Un hecho que va a traer todo un aluvión de mentiras, secretos y malentendidos que sacará a la luz la auténtica naturaleza de la Señora Osabe mientras su vástago empieza a sumirse en una auténtica espiral de locura cuyo alcance apenas sí acertamos a adivinar.
‘Rastros de sangre’ es una historia llena de giros sorprendentes, en la que cada capítulo es una auténtica puñalada. Su larguísimo prólogo, en lo que se revela al principio del tomo 13, el último publicado en nuestro país (de los 15 aparecidos por el momento en Japón), como un flashback de la auténtica historia que nos presenta a un Seiichi ya en la treintena y marcado profundamente por su pasado, es una bofetada emocional que descoloca completamente a un lector que no encuentra respiro en una trama que a pesar de su extensión goza de un ritmo endiablado, haciendo que cada volumen se consuma en un suspiro.
A ese impacto contribuye sin duda su espléndido dibujo. Delicado, con un aire idealizado al presentar las figuras de Seiichi y su madre (algo que se aprecia especialmente en las fotos familiares que completan cada tomo), su bello acabado contrasta poderosamente con la dureza de su guión. Pero su apartado visual no se queda simplemente en eso. La expresividad de sus personajes, absorbente en los momentos que estos caen en un ataque de rabia o pánico, y la distorsión de las imágenes, entre la abstracción y el dibujo infantil, cuando el mundo empieza a derrumbarse en torno a nuestros protagonistas, hacen de este un manga de estilo tremendamente personal que sabe jugar con sus recursos con inteligencia, convirtiéndose en todo un viaje a la mente sometida a presión hasta límites insoportables.
Aunque en el mundo del manga es habitual enfrentarse a historias perturbadoras tanto en el género del terror (como los recientes ‘Shigahime‘ o ‘Carnaza humana‘) como la comedia (casi cualquier obra de Shintaro Kago) este particular drama cala en el lector con su aroma realista (en la línea si non e vero…) removiendo su conciencia. Una obra que podría leerse perfectamente en paralelo al recientemente aparecido ‘Mother parasite‘ (con dos volúmenes publicados y a punto de aparecer el tercero), en el que tema de la relación madre-hijo también da mucho juego. Una revolución del mito de Edipo (algo también adjudicable a la obra que nos ocupa) con la historia de un estudiante de instituto, un dechado de virtudes a ojos de los que lo rodean, que busca encontrar a su madre ideal sin importar a quien o los sentimientos de quien se lleve por delante (y que nos deja imágenes de esas que se incrustan en la retina), aunque en el caso de este ‘Rastros de sangre’ nos da un golpe de realidad que la convierte en el tipo de historia que no desentonaria en las páginas de un periódico.
Un manga para aquellos a los que les gusta huir de los tópicos, una historia incómoda pero rabiosamente original que engancha, atrapando desde sus primeras páginas sin perder un ápice de fuerza. Sin presentar imágenes particularmente cruentas ‘Rastros de sangre’ es una auténtica pesadilla que pone a prueba a un lector que sin embargo no puede dejar de leer. Madre no hay más que una, y si son como la de este cómic esperemos ninguna.
Rastros de sangre
- Autores: Shuzo Oshimi
- Editorial: Milky Way Ediciones
- Encuadernación: 13 volúmenes rústica con sobrecubiertas
- Páginas: 224 páginas
- Precio: 8.95 euro c/u
- Amazon Prime Video (Video on Demand)
- Fritz Karl, Michael Steinocher, Susi Stach (Actors)
- Götz Spielmann (Director)