‘Porn Story’, desangelado

Muy desanimado por el nivel de ignorancia que este mundo lleva demostrando de un tiempo a esta parte —cuando escribo estas líneas se acaba de saber que Donald Trump ha ganado las elecciones a la presidencia de Estados Unidos contra todo pronóstico— me dispongo a hablar de ‘Porn Story’, lo último que La Cúpula le ha editado a Ralf König, uno de sus autores fetiche, sumido en un desánimo hacia el mismo que parece querer hacerse eco de aquél que apesadumbra muchos días cuando asisto con pavor al lento pero seguro transitar de nuestra sociedad hacia una IDIOCRACIA poco menos que absoluta. Y lo hago, el revisar con cierto desaliento las páginas del irreverente artista teutón, porque König ha perdido mucha de la garra que atesoraba hasta hace no mucho, y ya no es tan fácil rastrear en su aproximación a la relevancia del mundo de la pornografía en el sexo masculino aquél lúcido cinismo que le llevara hace menos de una década a dejarme completamente encandilado con la magnífica trilogía conformada por ‘Arquetipo’, ‘Prototipo’ y ‘Antitipo’.

Y no es porque sus obsesiones temáticas hayan cambiado o porque la intensidad de su discurso se haya diluido —antes bien, diría incluso todo lo contrario, que se ha amplificado con los años y se ha hecho más permeable y extensa— sino por lo repetitivo que resulta, después de tanto tiempo, seguir hablando de sexo cuando ha demostrado que, al salirse de la temática que caracteriza el más alto porcentaje de su producción, ha obtenido resultados mucho más convincentes. Con su envite contra la religión como máximo escaparate de dicha afirmación, lo que nos encontramos en ‘Porn Story’, como decía, es una suerte de análisis de hasta qué punto obsesiona la pornografía a los cromosomas XY visto bajo el inevitable y socarrón prisma humorístico del que siempre hace gala el dibujante.

Levantando gracias a él alguna que otra sonrisa a lo largo de la lectura, ‘Porn Story’ adolece, primero, de un exceso de páginas para lo que se quiere contar y, segundo, de una mirada aún más mordaz y elocuente hacia una de las fijaciones más incuestionables del mundo varonil —mujeres, no os engañéis, a todos nos gusta ver de cuando en cuando algo diferente a lo que tenemos con vosotras, no es que no os queramos, ni mucho menos, es que somos así de básicos—. Mezclado con el talento de Mahler y dejando que la homosexualidad se filtre por aquí y por allá como pasa también de forma inevitable en casi la totalidad de su tebeografía, no es ‘Porn Story’, ni mucho menos, lo que este redactor esperaba de un Ralf König al que, creo, tardaré algún tiempo en volver a acercarme. A ver si pasa como con los vinos y, dejándolo reposar una temporada, cuando vuelva a catarlo me sorprenden nuevos e insospechados matices.