2013-2023. 10 AÑOS FANCUEVANDO
IV. Nausicaä del Valle del Viento

‘Philemon. Integral 1’, imaginación, surrealismo y genio

Philemon

Por si no lo sabéis, hay ahí fuera un mundo lleno de criaturas imposibles y lugares inimaginables. Un mundo en el que las letras ATLÁNTICO que vemos en los mapas son en realidad islas en las que todo es posible, desde apuntadores teatrales que viven encerrados en sus conchas, hasta críticos que atienden en sus sofás a funciones en medio del mar pasando por gobiernos que han prohibido expresamente botar en sus céspedes, barcos que navegan encerrados en botellas de cristal o ballenas cuyos remeros se revelan para poder hacer su labor los siete días de la semana y no seis como está estipulado. Un mundo al que sólo un joven que siempre calza pantalones negros y una camiseta de mangas largas a rayas azules y blancas puede entrar ante la reprobatoria mirada de su padre, que ni viajando a él se cree nada de lo que dice su hijo. Un mundo en el que los espejos se retrasan o se adelantan, en el que hay árboles en los que crecen marionetas y sastres que te ajustarán la sombra por un módico precio. Un mundo al que los lectores españoles nunca habíamos tenido acceso en castellano y al que ahora, POR FIN, podemos asomarnos gracias a ECC. El mundo de ‘Philemon’ o, más aún, el mundo de Fred.

La primera vez que «oí» hablar de la maravillosa creación que la editorial encargada de DC en España publicaba hace un par de meses fue allá por 2005 mientras descubría por casualidad ‘La cárcel de papel’, la imprescindible bitácora de Álvaro Pons en la que este insigne valenciano lleva años hablándonos —ahora, lamentablemente, con una cadencia muy esporádica— de esta pasión compartida por muchos que es el noveno arte. Las breves líneas que entonces dedicaba Álvaro a ‘Philemon’ se irían complementando con el paso de los años con constantes citas a uno de los tebeos que ya entonces él apuntaba como uno de sus favoritos de todos los tiempos junto a nombres como ‘The Spirit’, ‘Krazy Kat’ o ‘Little Nemo in Slumberland’, tres títulos con los que, de una manera u otra, esta oda a la imaginación que es la criatura de Fred guarda no pocas concomitancias.

Más allá de un estilo de dibujo que no se caracteriza por su corrección anatómica o, por qué no, por su belleza —no se le puede calificar de feista, pero algo de tal cualidad atesoran las viñetas de ‘Philemon’— las páginas de Fred para esta maravillosa BD, heredan de Will Eisner, George Herriman y Winsor McCay diversos valores que consiguen que al hablar de ella haya que hacerlo en términos de rotura con el tejido de lo usual en el tebeo francobelga, limitado como suele estar a unos patrones que, sinceramente, no podrían aplicarse a las ideas y planchas del artista francés. Unas planchas que de Eisner y su ‘The Spirit’ toman prestados esos juegos a los que el estadounidense sometía a sus páginas, doblegándolas a una voluntad de exploración de las fronteras del medio que en el caso de Fred llegará —como ya se verá en las otras dos entregas que completarán esta edición integral de los 16 álbumes originales— a contar con las entrecalles entre viñetas como elementos por los que hacer discurrir a su inocente personaje.

Philemon interior

Un personaje que, a la manera del Nemo de McCay siempre comienza y termina sus aventuras —da igual lo prolongadas que éstas sean— en términos similares: todas empiezan con el joven adentrándose en alguna de las muchas puertas que conducen a esas islas de las que antes hablaba o por el fortuito encuentro con algún surrealista personaje que irrumpe en su realidad y finalizan, no con el protagonista cayendo de la cama y despertando del sueño que le acaba de llevar a la fantástica tierra de Slumberland, sino con su padre tirándose de los pelos y profiriendo sonoros gritos de incredulidad ante las locuras que aparentemente salen por la boca de su vástago.

Más no es esa estructura global que enmarca a todas las aventuras del zarrapastroso muchacho lo único que une a Fred con McCay, sino que es la esencia misma de lo que trasciende de la lectura de cada página lo que conecta al francés con el hacedor de sueños impresos que fue el artista estadounidense o, por extensión, con lo que también consiguió Herrimann al imaginar el condado de Coconino en el que aquella gata loca que daba título a su obra maestra recibía «ladrillazos de amor» del ratón Ignatz. Tendiendo puentes hacia la febril imaginación de ambos compañeros de profesión, el ‘Philemon’ de Fred es una oda constante al surrealismo más alocado y a los diálogos más esperpénticos, y la imaginería que exudan las páginas del cómic es de tal calibre que se quedan impresas a fuego en nuestra memoria mucho después de haberlas visto por primera vez.

Por último —me encantaría seguir durante párrafos y más párrafos analizando tan portentosas páginas, pero ni quiero aburriros ni, sobre todo, restar eficacia a la magia que tiene abrir este integral y adentrarse en sus muchas propuestas— y también de la misma manera que hacía Herrimann, Fred utiliza ‘Philemon’ como púlpito desde el que tratar candentes como la burocracia, la educación o el capitalismo de formas tan sutiles y a la vez tan elocuentes, contundentes y completamente atemporales, que resulta de todo punto imposible no caer rendido a sus pies. Si todo lo anterior no os ha convencido para convertir ‘Philemon’ en vuestra compra a ciegas de este mes, al menos acercaos a vuestra tienda habitual, abrid el volumen y hojearlo, quién sabe, puede que en una de sus páginas encontréis una puerta que os lleve al punto de la isla de la I o a esa A a la que uno de los personajes siempre quiere volver. Si es así, avisad, que igual podemos quedar por allí.

Philemon. Integral 1

  • Autores: Fred
  • Editorial: ECC
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 304 páginas
  • Precio: 33,25 euros en

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