A lo largo de este año que ya se aproxima a su recta final, los aficionados al cómic hemos disfrutado de multitud de lanzamientos interesantes, algunos de ellos muy esperados, en todas las ramas posibles: cómic europeo, americano, español, manga, etc. Pero al margen de los gustos y preferencias de cada uno, hay un lanzamiento que brilla con luz propia y que posiblemente sea el más importante que nos ha dejado este 2016 hasta el momento: me refiero a la edición integral en tres volúmenes de ‘Philémon’ por parte de ECC Ediciones. Y esto es así por dos razones fundamentales. La primera, y más evidente, es que se trata de una obra excepcional, tal y como iremos viendo a lo largo de estas líneas. Pero la razón más importante es que cubre una laguna inexcusable dentro del mercado tebeístico español, ya que aunque se trata de un clásico con mayúsculas del cómic franco-belga, todavía estaba inédito en nuestro país. Apenas lo recordaban aquellos lectores, ya talluditos, que pudieron leer algunos pasajes de la obra en las páginas de las revistas ‘Gran Pulgarcito’ o ‘Cavall Fort’, esta última publicada únicamente en catalán.
Philémon es un joven greñudo con un jersey a rayas que vive en un pueblecito de la campiña francesa en el que aparentemente nunca pasa nada. Philémon se pasa el día subido a lomos de su fiel asno Anatole, deambulando de un lado a otro del pueblo y tratando de escapar de las broncas de su padre, hasta que de repente, sin previo aviso, se ve sumergido en un mundo fantástico surgido de la fértil imaginación de Fred, su creador. El primer tomo de esta edición integral recoge cinco álbumes de sus peripecias, comenzando por ‘Al pie de la letra’, que reúne las dos primeras historias cortas que protagonizó el personaje, publicadas originalmente en la revista ‘Pilote’ a partir de 1965. Pese a su carácter primerizo —cuando aún estaban por asentarse el tono, la estética y la experimentación que caracterizarían a esta obra—, estas dos historias ya nos permiten atisbar el potencial creativo de Fred. En la primera de ellas, Philémon se topa con un individuo que secuestra e hipnotiza a los vecinos de su pueblo para que se conviertan en las estrellas de un circo subterráneo. Una premisa de lo más original, ¿eh? Pues apenas es la punta del iceberg.
La magia de ‘Philémon’ comienza a desarrollarse a partir del primer álbum propiamente dicho de la colección, ‘El náufrago de la A’, en el que nuestro greñudo amigo conoce a un pocero llamado Barthélémy que lleva cuarenta años desaparecido. A través del pozo que hay en su finca, Philémon aparece en la isla donde habita el pocero en compañía de un centauro, y no se trata de una isla cualquiera. Imagínate un mapamundi. A la derecha tienes Europa, a la izquierda el continente americano. Y entre medias, una extensión de agua señalada con el nombre que le ha dado el ser humano: Océano Atlántico. Pues bien, según Barthélémy, la isla que habitan corresponde a la letra A de dicho nombre. Y a su lado se encuentra la T, un poco más allá está la L, y así sucesivamente. Sí, a él también le parece una locura, pero no le queda más remedio que rendirse a la evidencia. Y nosotros también tendremos que hacerlo en cuanto nos embarquemos en este viaje que nos hará rememorar la emoción, la sorpresa y el desconcierto que sentimos cuando leímos de pequeños esos clásicos de la literatura fantástica como ‘Los viajes de Gulliver’ y ‘Alicia en el País de las Maravillas’, textos con los que ‘Philémon’ guarda no pocos parecidos.
El mundo que despliega Fred a lo largo de estas páginas nos guarda una sorpresa tras otra en cada página, en cada viñeta, y está construido con una lógica interna que lo hace perfectamente verosímil (por disparatado que pueda llegar a ser) y con un sentido del humor muy fino y agudo. Durante la lectura descubriremos cosas como cárceles cebra, faros búho, sastres de sombras, críticos teatrales que surcan las aguas a bordo de sus butacas y un sinfín de ocurrencias que excitan, como pocas obras de ficción consiguen, la imaginación del lector. Por si fuera poco, Fred no se limita a llevar su fantasía hasta el límite para recrear este mundo, sino que también se dedica a experimentar con el lenguaje propio del cómic, jugando con las composiciones de página, con el tamaño y la estructura de las viñetas, con el ritmo narrativo y con todos los recursos gráficos a su alcance. Una experimentación que ya se percibe en los álbumes de este primer tomo, pero que alcanzará su culmen en las siguientes entregas.
Por su parte, Philémon no es un personaje excesivamente complejo, ya que su función se limita básicamente a la de ejercer como hilo conductor de los prodigios que van sucediendo en estas historias. Aun así, es un personaje al que se le coge cariño enseguida, igual que a Anatole, si bien el pobre asno no cobra tanto protagonismo como cabría esperar. Como bien expresa Jorge García en el epílogo que cierra este primer volumen, “La invariabilidad de su carácter mantiene a Philémon a salvo del paso del tiempo. Nunca cambia, es siempre idéntico a sí mismo. Entonces, ¿quién acusa las consecuencias de la iniciación? La respuesta es sencilla: el lector mismo.” Yo no podría haberlo expresado mejor. La lectura de ‘Philémon’ es un viaje iniciático que transforma al lector, que le hace ver el mundo con otros ojos en cuanto termina de leer. Por eso, no solo era de ley que esta obra terminara por publicarse en nuestro país, también debería acabar convirtiéndose en lectura obligada para jóvenes y mayores de todas las edades.
Otra reseña en la Fancueva | ‘Philémon. Integral 1’, imaginación, surrealismo y genio
Philémon. Integral 1
- Autor: Fred
- Editorial: ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 304
- Precio: 35 euros