‘Phil. Una biografía de Philip K.Dick’, gigante del sci-fi

Tres de mis producciones cinematográficas favoritas de ciencia-ficción de todos los tiempos salieron de su imaginación. Es más, una de ellas podría considerarse como una de las cintas más influyentes dentro del género de la segunda mitad del siglo XX. Y es que hablar de Philip K.Dick y no hacerlo de lo mucho que el cine le debe al escritor sería como tratar acerca de Stephen King y dejar al margen lo que el escritor de Maine ha llegado a ser llevado a la gran pantalla. Y si bien el autor de ‘El resplandor’ supera con creces al de ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’ más que nada por una mera cuestión de producción, no deja de ser igualmente obvio que ni siquiera la traslación que hiciera Stanley Kubrick sobre el relato que protagonizaría Jack Nicholson —cumbre de cuántas obras de King se han llevado a celuloide— puede llegar a acercarse en el cine de terror a lo determinante que Ridley Scott, y ‘Blade Runner’ llegarían a ser para la ciencia-ficción.

Después llegaría Verhoeven con su ‘Desafío total’ y, aún más tarde, la magnífica traslación/interpretación que haría Spielberg de ‘Minority Report’, completando estos dos la terna de la que hablaba al comienzo y colocándose las tres como motivos más que suficientes para que la lectura de este ‘Phil. Una biografía de Philip K.Dick’ despertara un enorme interés en el que esto suscribe. Un interés que ha encontrado una respuesta desigual en el trabajo de aproximación a la vida del escritor que hacen Laurent Queyssi y Mauro Marchesi. En la parte positiva, porque la hay, me quedo con lo que sirve el «bio-cómic» para descubrir(me) muchos pormenores sobre Dick que ignoraba —como esa personalidad que hubo de lidiar con paranoia y manía persecutoria— y otros que me sonaban pero «de lejos».

En la frontera entre lo positivo y lo negativo, el trabajo de Marchesi a los lápices. Un trabajo que, si bien cabe calificar como eficiente —incluso de muy eficiente— carece por momentos de personalidad, no ayudando en exceso a la carga dramática que comportan muchos de los instantes planteados por Queyssi la sencillez y personalidad casi caricaturesca del trazo del arista italiano. Finalmente, en lo negativo —y creo que es la primera vez que determino de manera tan taxativa lo que funciona de lo que no de una lectura—, un ritmo irregular y casi siempre apresurado que no saca completo partido de la puntual fragmentación temporal con la que, adelante y atrás en el tiempo, se nos aproxima a los vericuetos de la vida de Dick. Si a eso sumamos el interés de Queyssi por buscar algo de protagonismo para sí con el planteamiento de ciertas secuencias oníricas que no aportan mucho al conjunto, es bien evidente que tras balancear todo lo anterior la conclusión más rápida que se obtiene es que es este volumen uno recomendado a los amantes irredentos de la figura de Philip K. Dick. No os diré al resto que os abstengáis, pero sí que hay mejores tebeos biográficos por ahí.