'Pantera Negra de Christopher Priest 2', despolitizando al personaje

Los noventa. Poco más vamos a añadir de aquellos aciagos días que no se haya dicho ya por activa y por pasiva. Eran tiempos convulsos para todos y Marvel, La Casa de las Ideas, se encontraba en horas muy bajas, con una producción de cómics de dudosa calidad. Los aficionados le habían dado la espalda y las consecuencias eran inevitables: estaba al borde de la bancarrota. Había que mover ficha rápidamente y la llegada de Joe Quesada como jefazo editorial significó la salvación que todos estaban buscando. Sus decisiones, casi todas acertadas, revirtieron una situación bastante delicada y los aficionados pudieron respirar tranquilos una vez más. Uno de los inventos que mayor éxito cosechó fue la creación del sello Marvel Knights, una etiqueta que sirvió para relanzar a algunos personajes que no habían estado en su mejor momento. De esta manera surgieron etapas maravillosas de ‘Punisher‘ (con Garth Ennis y Steve Dillon), ‘Daredevil‘ (con Kevin Smith y el propio Quesada) o ‘Los Inhumanos‘ (con Paul Jenkins y Jae Lee). Nos falta una última cabecera de la que hoy damos buena cuenta de un segundo volumen publicado por Panini, un ‘Marvel Héroes Pantera Negra de Christopher Priest Volumen 2‘ en el que vamos a poder encontrar un puñado de muy buenos tebeos, algo que nos deja un tanto perplejos al saber que este título era el que menos entusiasmo cosechó entre los aficionados.

Priest fue elegido para hacerse cargo de la serie del Hombre Sin Miedo, sin embargo, tras un cambio de títulos terminó ofreciendo una propuesta bastante arriesgada a la editorial. Su Pantera Negra estaría marcada por un fuerte tono político algo que no convenció a Quesada y compañía. La modificación era inminente por lo que pasaría a tener un carácter más urbano y se emplearía una narrativa distinta a la habitual, no lineal. Un giro impuesto por los editores que terminaría dando muy buenos resultados en cuanto a calidad pero que costaría un poco más con los aficionados. Utilizará un recurso conocido como black sketches, una forma de fragmentar la narración separando los sucesos por medio de páginas en negro con algún texto en blanco, algo que volvería a utilizar en su aclamada etapa al frente de Deathstroke para la Distinguida Competencia. Incide también el guionista nacido en Queens en ampliar y darle mayor variedad al elenco de secundarios que utilizará como las Dora Milaje, guardaespaldas de Pantera o Everett K. Ross funcionario de la agencia de protocolo y narrador poco convencional de muchas de las tramas. Pero no piensen que todo va a ser nuevo en estos cómics, Priest se muestra desatado a la hora de utilizar a otros personajes de la editorial como el Capitán América, Lobezno, Tormenta, Iron Man, Mefisto, Hulk, Magneto o el Doctor Doom.

En esta entrega veremos a Pantera Negra ejercer como líder de una Wakanda que se encuentra sumida en una serie de conflictos internacionales al igual que otros emplazamientos de Marvel como Latveria o Atlantis. Esta es una de las razones por las que vamos a tener la presencia de personajes como los mencionados Namor o Doctor Muerte que parecen no estar muy contentos con las decisiones que está tomando T´Challa. Pero no crean que todo va a ser tensión política en este volumen, Priest tira de hemeroteca y rescata un relato pergeñado por El Rey, La Rana del Rey Salomon, y se marca una suerte de secuela igualmente extraña y delirante que la aventura de Kirby, incluso podremos encontrar algunas páginas ilustradas con un estilo deudor del legendario artista. A pesar de no alcanzar el éxito esperado entre los aficionados, nadie puede echarle en cara al guionista que no hiciera lo que debía, darle una vuelta de tuerca al personaje para ofrecer una visión nueva y renovada de todo lo que se había mostrado hasta ese momento. Quizás el dibujante elegido para acompañar a Priest, Sal Velluto, fuera el elemento más flojo de cuantos aterrizaron en Marvel Knights. Su estilo noventero sin demasiados excesos se quedaba algo anticuado para las intenciones del nuevo sello. Aún así, su estilo es lo suficientemente correcto para que la lectura de este segundo volumen se disfrute de principio a fin y, además, se espere con ganas la siguiente entrega.