¿Todavía nos quedan ganas de apocalipsis? Pues parece que a pesar de una pandemia que nos afectó a todos personalmente de modo más o menos profundo, la respuesta sigue siendo afirmativa, aunque no es difícil encontrar similitudes de uno a otro, no importa si el nuevo enemigo de la humanidad sean zombis, monstruos alienígenas o una cepa de champiñones mutantes. El último nos llega de Brasil, una tierra no muy pródiga en nuestras librerías pero que nos ha traído en los últimos tiempos propuestas tan interesantes como ‘Escucha, hermosa Marcia’, ganadora de la Fauve d’or de Angouleme o el premio a la mejor obra internacional del Salón de Barcelona. ‘Ojiva’, el título que nos ocupa, apuesta son embargo por un relato muy distinto, con una historia de supervivencia y amistad entre las ruinas de lo que fue nuestro mundo.
Ambientada treinta años en el futuro, ‘Ojiva’ nos presenta un mundo tomado por extraños monstruos antropófagos en el que quedan pocos seres humanos, condenados en su mayoría a vagar buscando la manera de satisfacer sus necesidades más básicos. Entre ellos está Pilar, una mujer que reconoce haber pasado la práctica totalidad de su vida antes del incidente que sumió al planeta en tal estado preparándose para un futuro que nunca llegó y nunca llegará. Pero un día Pilar conocerá a Sara, una niña que intenta sobrevivir tras perder a su familia y todo parecerá cambiar para ella mientras intenta que la pequeña se reúna con su hermano. Pero por supuesto las cosas no van a ser faciles.
Los tándem adulto-niño en futuros distópicos no son algo precisamente nuevo en el género. Un resquicio para la esperanza parece abrirse ante el mañana oscuro al sumar la mirada de un pequeño y ahí tenemos ejemplos de sobra especialmente en el terreno de la ficción que van de la muy recomendable adaptación de ‘La carretera‘ al controvertido ‘The last of us‘ (Serie y juego) pasando por un larguísimo etcétera. ‘Ojiva’ por supuesto no es ajeno a ello, con una trama cuyo referente más obvio serían ‘The walking dead‘, aunque con un toque de ‘La niebla‘ (la de King, no la de Carpenter) y ‘Un lugar tranquilo‘. Pero como el lector experimentado ya sospecha la amenaza no la constituyen sólo las criaturas devoradores de carne sino otros seres humanos, que a veces se nos antojan incluso más peligrosos, entregados a extraños cultos y con poco respeto por la vida de sus congéneres.
‘Ojiva’ es una odisea de planteamiento bastante clásico, que alivia en parte la falta de grandes sorpresas (casi todos los giros que encotramos se han convertido ya en auténticos tópicos del género y se ven venir) con un buen sentido del ritmo, unos personajes con los que no cuesta empatizar y un dibujo más que correcto, en un adecuado blanco y negro, que destaca más en los momentos intimistas que en las escenas de acción propiamente dichas. Aunque siempre es de agradecer la incorporación de esos bichos de toque lovecraftiano a los que no cuesta identificar con cierto conocido de la casa.
Obra para amantes acérrimos del género, de esos que no se cansan de asistir a historias pobladas por caminantes de mochila vacía, adusta mirada y existencia, para su desgracia, emocionante, el lector no encontrará en ella una revolución del género, aunque sí una trama que conoce bien sus reglas no escritas y nos invita a disfrutarla por el lado sentimental. ‘Ojiva’ es un cómic que probablemente no conquiste de entrada a aquel lector que busque en él valores ajenos al fantástico, pero que si le da una oportunidad puede encontrarse con un drama sencillo en planteamiento pero eficaz. Queramos o no el apocalipsis es ya parte de hasta el último de nosotros.
Ojiva
- Autores: Guilherme Petreca y Bruno Zago
- Editorial: Potent Mon
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 216 páginas
- Precio: 34 euros