Al pensar ahora en ‘Mr. Milagro’, creo que es la obra de la que más orgulloso me siento. No porque sea la mejor que he hecho ni nada parecido, sino porque, sea lo que sea, al menos mi hijo mayor puede leer esto y hacerse una udea de lo que sentí al vers u cara y notar sus brazos sobre mí cuando la oscuridad vino a buscarme. La fuerza con la que me abrazó…Creo que todo eso está ahí. O por lo menos, yo lo veo; y creo que él también lo verá, y sabrá, mientras el mundo caía en espiral, lo mucho que significó para mí.
De la introducción de Tom King para este volumen
Cuando hace dos años dábamos en cierre en diciembre a 2017, este redactor se complacía en poder incluir dentro de la selección de lo mejor que nos había dejado el cómic estadounidense en los doce meses previos a ‘Mr. Miracle’, una maxiserie de doce ejemplares que, con tan sólo los cinco que habían aparecido hasta aquél entonces, ya dejaba muy claro el nivel que ostentaba un proyecto que, nadando contracorriente y alejándose raudo de todo lo que podríamos considerar un tebeo de superhéroes al uso, todavía nos tenía que reservar muchas y muy mayestáticas sorpresas en los siete que completarían la docena.
Como quiera que ya había formado parte de la selección de 2017, y considerando que cada vez que redacto los resúmenes anuales, evito en la medida de lo posible repetir colecciones que hayan aparecido con anterioridad por aquello de ofrecer la mayor variedad, ‘Mr. Miracle’, uno de los dos mejores cómic USA de 2018, se echó a un lado para permitir que ‘Gideon Falls’, ese magistral trabajo de terror en viñetas que firman Jeff Lemire y Andrea Sorrentino, pudiera alcanzar un podio que pocas veces habrá merecido más haber estado compartido. Pero, en mi cabeza, la «injusticia» que determinaba esa regla no escrita de no repetir títulos de un año para otro, debía ser reparada de alguna manera. Y, albricias, la manera se ha presentado por sí sola en la forma de la edición de ECC que hoy os traemos —que sí, que podréis pensar que podría haber escrito directamente sobre la serie sin mayor excusa, pero cuando hay que cubrir lo que suelo cubrir al cabo del mes, salirse del mundo editorial español es, como poco, imposible.
‘Mr. Milagro’ es muchas cosas. Muchísimas. Tantas que, aviso, no voy a dar cuenta de gran parte de ellas porque considero, como ya he hecho otras muchas veces con grandes títulos de los que han aparecido por aquí, que ser muy exhaustivo resta capacidad de impacto de la lectura sobre los potenciales lectores que aún dudéis de si acercaros a ella o no. Que quede claro: leer la maxiserie de King y Gerads debería establecerse como hito OBLIGATORIO para cualquier «tebeofilo» que se precie. Tal es el alcance de lo que aquí plantea el tándem que ya nos dejó la boca abierta con ‘El sheriff de Babilonia’, y tanto el sumo calado y el poso de reflexión que dejan los doce números de una historia que gira en torno a un pilar fundamental: la familia.
El párrafo introductorio que os hemos incluido al comienzo de la reseña es el último de un texto que King abre relatándonos lo que suponemos fue una crisis de ansiedad extrema que, en 2016, llevó al ex-agente de la CIA a situación de pánico existencial sobrecogedora. Del replanteamiento vital que surgió de aquél aterrador instante —en el que King se creyó morir— surge en parte un discurso transversal que recorre de punta a cabo un relato para el que el escritor elige, y elige de forma muy inteligente, a la figura de Scott Free, el hijo del Altopadre que fue separado al nacer del dios de Nueva Genésis, entregado a los fuegos de Apokolips y a la inmisericordia de Darkseid y transformado por férrea voluntad propia en el escapista más grande del universo. Elemento más «normal» de un núcleo familiar tremendamente disfuncional al que se añaden, al margen de las figuras de los dos citados dioses, nombres como Orión —el hijo de Darkseid que fue entregado al Altopadre— o la cruenta Abuelita Bondad, King utiliza la relación de Scott con Big Barda como elemento vertebrador de una trama en forma de hojaldre con cada capa del mismo asomándose a un punto concreto.
Como decía, dar cuenta de todas ellas supondría un ejercicio vacío de propósito más allá de alargar este texto, así que simplemente insistiré en que es la variedad, la extrema variedad, la que rige una lectura que, montaña rusa llena de meta-significados —atención al sosias de Stan Lee que aparece a lo largo del relato y las frases que espeta o ese proyecto de cómic que amaga sin, aparentemente, venir a qué—, enhebra en muchos de ellos un sentido homenaje al medio que los contiene mientras que, por otra parte, disecciona la absurda idiosincrasia de los conflictos bélicos o la propia naturaleza de los superhéroes. Todo ello servido en un conjunto que recurre a un curioso engranaje para su articulación: el de mostrar una cosa mientras nos cuenta otra completamente diferente. En este sentido ninguno de los doce números es más representativo que el ecuador de la cabecera, un sexto ejemplar en el que Scott y Barda se abren paso a través de las mil trampas que están dispuestas en Apokolips mientras hablan, de manera distendida y relajada, de las necesidades de espacio de almacenamiento hogareño de ambos y de la eterna cuestión de si mudarse a uno más grande o no.
Ver como Gerads estructura ese número a través de una retícula inmutable de 3×3 viñetas —una composición que es constante casi a lo largo de todo el transcurrir de la historia y que se altera poco durante la misma—, comprobar cómo la limitación y el encorsetamiento que a priori plantea dicho esquema es volatilizado por el artista en un sinfín de formas, y asistir perplejo al despliegue que el ganador del Eisner ejecuta en cada plancha de las que conforman ‘Mr. Milagro’ es, en parte, constatar lo que ya pensáramos cuando nos asomamos a uno de sus trabajos por primera vez: que el talento del estadounidense era uno de esos que iba a llegar muy, pero que muy lejos. Y no nos equivocábamos. Insisto en que ya no sólo es que su trazo sea portentoso, es que las mil y una maneras en que éste se pone al servicio de un control total del tiempo interno de las viñetas o la forma en la que el color —también responsabilidad suya— se convierte en protagonista puntual, anulando otras momentáneas disquisiciones, hablan a voz en grito de lo sublime de unas páginas colosales.
‘Mr. Milagro’ es, no ya el MEJOR cómic que ha escrito un Tom King que es capaz de extremos muy opuestos a este —hay números de ‘Batman’ o proyectos como la horrenda ‘Heroes in Crisis’ que así lo demuestran—, sino uno de los tres mejores títulos que DC ha publicado en esta década que toca a su fin. Considerando todo lo bueno que hemos visto en los últimos diez años proveniente de la casa de Batman y Superman, no es cuestión baladí colocar en el podio —ya habría que dilucidar en cuál de las tres posiciones— a una maxiserie que, además, parece haber servido a la editorial como campo de pruebas para su actual fijación por este número como el idóneo para publicar ideas muy concretas que no tienen cabida en la continuidad mensual. Si son de la extrema calidad de la que hoy nos ha ocupado —o de ‘Freedom Fighters’, por citar otro ejemplo— que sean bienvenidas, cuantas más, mejor.
Mr. Milagro
- Autores: Tom King y Mitch Gerads
- Editorial: ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 344 páginas
- Precio: 33,25 euros en
Lo leí el año pasado pues lo recomendaban en todas partes. Me dejó bastante fría. No sabría indicar exactamente los motivos. Ni los dibujos me parecieron destacables, ni la historia, ni me pareció una idea tan original, ni, por supuesto, soy tan connoisseuse como para disfrutar de todas las cosas que mencionas. También me pasa con las películas de Kubrick o Wes Anderson, por ejemplo.
Estas navidades he leído Vision, tb de Tom King, y me ha gustado aún menos que Mister Milagro, así que quizá sea su forma de contar historias lo que no resuena conmigo.
Esto es, igual que todo, una cuestión de simple resonancia, como bien apuntas.
Si acotamos dicha reflexión a Tom King, te diría que de todo lo que le leído de él, tanto ‘Mr. Milagro’ como ‘El Sheriff de Babilonia’ me parecen espectaculares; que ‘Visión’ es increíble y que, en esa incapacidad para resonar con mis filias metería a su ‘Batman’, que empezó bien y ha terminado completamente desinflado y desvaído de todo interés.
Cierto es que tiene una forma muy personal de narrar, y que se apoya sobremanera en esquemas muy pautados que, en el caso de Gerads, se traducen en unas páginas que pueden resultar tremendamente monótonas pero, como te digo, las dos primeras obras que citaba más arriba me parecen de lo mejor que he leído en el último lustro…en lo que a cómic estadounidense se refiere, cuidado 😉