Diez años habían transcurrido desde que Joe Quesada y Bill Jemas revolucionaran en cierto modo la industria con aquella loca apuesta que parecía iba a ser el Universo Ultimate. Diez años en los que esta alternativa a la continuidad tradicional de La Casa de las Ideas había ofrecido de todo y en los que, si algo había quedado claro —como ya hemos dicho en otras muchas ocasiones— es que, no sólo el Spider-Man de Brian Michael Bendis había demostrado ser la más sólida apuesta dentro de un batiburrillo de cabeceras que nunca terminaban de cuajar como si lo hacía la serie del trepamuros; sino que la apuesta del guionista por renovar al personaje y, en cierto modo, reinventarlo sin cambiar nada —si es que eso es posible—, lograba alzar a su versión del amigable vecino como la mejor que había visto la luz en la editorial desde que Stan Lee y Steve Ditko lo crearan a mediados de los sesenta.
Con tamaño logro bajo su brazo, y el escepticismo inicial hacia la serie —MI escepticismo inicial hacia la serie, cabría precisar— trocándose en plena satisfacción, mentiría al decir que no volví a entornar los ojos y a mirar con torva actitud la manera en la que Bendis pretendía celebrar su décimo aniversario en el puente de mando de su magno Peter Parker alternativo: nada más y nada menos que matándolo y haciendo que un nuevo personaje, que nada tuviera que ver con él, recogiera el manto del arácnido para toda una nueva generación de lectores. Huelga decir que, por supuesto, me equivocaba…otra vez.
Sin dar tiempo a que lamentáramos y «lloráramos» la pérdida de una joven y dicharachera versión de Peter Parker que, durante dos lustros, había servido a Bendis para insuflar vida asombrosa en un personaje que estaba muy necesitado de esa transfusión después de haber transitado durante una década, la de los noventa, en la que la editorial casi se lo «carga» con tanto clon mal parido —curiosamente, el renacer de Peter Parker sería doble gracias al trabajo de J.M Strazcynski en la versión «clásica» del personaje, pero eso es otra historia—; el nuevo Spiderman irrumpía en nuestras vidas a finales de 2011 y, con tan sólo un número, ¡un número!, dejaba claro que el «calvorotas» lo había vuelto a hacer.
Si hay algo que siempre me ha cautivado de la forma de escribir de Bendis por delante de otras muchas virtudes, eso es la naturalidad que rezuman sus personaje, y a fe mía que dentro de esa tridimensionalidad, casi que no hay ninguno que destaque más que Miles, un adolescente negro que reside en Brooklyn, tiene los problemas típicos de su edad —agravados, qué duda cabe, por empezar un nuevo curso en otro centro diferente— y ve cómo, tras ser picado por una araña genéticamente modificada, adquiere ciertos poderes que lo convierten, en ausencia del genuino Spider-Man, en el nuevo hombre araña.
Un Spiderman con habilidades algo diferentes a las de Peter —Miles puede hacerse invisible y «picar» a sus enemigos con una potente descarga eléctrica que los deja inconscientes— que, como digo, necesita sólo unas pocas páginas para vencer cualquier reticencia que se lance contra él. Y si eso es así, no se debe únicamente al trabajo de Bendis y a conseguir, una vez más, narrar el comienzo de un trepamuros como si lo estuviéramos recién conociendo, sino a un equipo artístico que, arrancando con Sara Pichelli, encuentra en el puntual auxilio de Chris Samnee y en el testigo que se cede a David Marquez, un puntal fundamental sobre el que se sostendrá la serie hasta su cierre.
Porque, seamos francos, Mark Bagley era bueno, pero lo que consiguen Pichelli y Marquez, sube varios peldaños sobre esa calificación y se alza en uno y otro término, como magistral: lo «cinematográfico» de la narrativa de ambos, unido al «realismo» con el que tratan a sus personajes, colisionan en unas páginas asombrosas, llenas de vida y de superlativa acción que, para colmo, han servido de base fundamental a la hora de producir la que apuntábamos a fin de año como una de las dos mejores producciones cinematográficas de 2018, la enorme ‘Spider-Man: un nuevo universo’. Si sólo fuera por eso, ya os diría que es obligado echar mano de este integral publicado por Panini. Afortunadamente, hay mucho más que apreciar en un volumen que, sin paliativos, ya es un CLÁSICO moderno.
Miles Morales: Spiderman. El nuevo Spiderman
- Autores: Brian Michael Bendis, Sara Pichelli, Chris Samnee y David Marquez
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 288 páginas
- Precio: 26,12 euros en