‘Middlewest 1’, los mundos de Skottie Young

Hablamos en muchas ocasiones de las expectativas, esa anticipación con la que se vive un determinado lanzamiento o con la que se aguarda el próximo proyecto de un autor cuyo último trabajo nos ha dejado tremendamente sorprendidos. En el caso de Skottie Young, dichas expectativas eran de considerable tamaño teniendo en cuenta que, antes de embarcarse en ‘Middlewest‘, el guionista y dibujante nos había regalado a sus seguidores, durante algo menos de dos años, esa barrabasada gamberra y desopilante que fue ‘I Hate Fairyland’. Y, claro está, ante el nivel que habían gastado las aventuras de Gertrude, era muy evidente que íbamos a recibir con los brazos bien abiertos y sin ningún tipo de prejuicio cualquier cosa que Young nos hiciera llegar. Dicho abrazo se vio algo comprometido cuando Image anunció que el proyecto, de nombre ‘Middlewest’, sólo iba a contar con el artista como guionista, pero fue ver las primeras páginas de su ejemplar inicial y asistir al tremendo recital gráfico de Jorge Corona y perder todo miedo.

La elección de Corona no se entiende como azarosa cuando uno contempla su exagerado trazo y lee en él similares formas a las que suele gastar Young, abundando el dibujo del venezolano en los mismos valores de desbordante imaginación y enérgica capacidad narrativa que suelen tener los lápices del estadounidense. Tanto es así que el material contenido en este primer volumen publicado por Norma —de los tres que, imitando a los TPB de Image, conformarán la colección— establece unas bases superlativas que consiguen que nos olvidemos de un plumazo de la idea de lo que Young podría haber hecho con ellas y atendamos con desorbitada inquietud a lo que sea que tendrá que venir en las páginas por leer.

En lo argumental, Young insiste en centrar su atención en la historia de un pre-adolescente, un niño en este caso que, huyendo de un padre intolerante y algo violento, se adentrará en un mundo hostil plagado de peligros en el que sus latentes y muy destructivos poderes, están a las puertas de causar grandes estragos. Huyendo del humor salvaje y desenfadado de ‘I Hate Fairyland’ y optando por un tono mucho más sombrío, el cosmos en el que Young sitúa a Abel, su sufridor héroe, queda perfecta y precisamente contrapuntado con todo un elenco de secundarios que, intuímos, saben mucho más del chaval de lo que se nos desvela poco a poco. Este recurso, el de ir aportando la información indispensable para mantener nuestro interés página a página, número a número, consigue que ‘Middlewest’ se alce como una lectura de esas que «hay que hacer sí o sí» y añade una muesca más en el inagotable conteo de títulos que, abrazando dicha categoría, han encontrado alojo en los maravillosos salones de la gran Image.