‘Marvel Gold Los Nuevos Mutantes Volumen 3: La Masacre Mutante’, época dorada

Hay momentos que marcan al aficionado desde el mismo instante en el que cierta historia cae en sus manos. Panini vive actualmente un momento dulce gracias a su línea Marvel Gold, esa que se dedica a recuperar el material más clásico de muchos de los héroes con los que crecimos. De manera ordenada y cronológica, las aventuras de los “cabezas de cartel” de La Casa de las Ideas, han ido sumando volúmenes hasta llegar a una época gloriosa, unos tebeos con los que la mayoría de nosotros experimentamos en su día la grandeza del medio. Le toca el turno a una franquicia mutante cuyos años dorados pueden ser disfrutados desde hace algunos meses en este maravilloso formato, relatos inmortales donde encontramos algunas de las sagas más míticas que han salido de esas páginas. Una de las cabeceras “secundarias” alcanza aquí su tercera entrega, un ‘Marvel Gold Los Nuevos Mutantes Volumen 3: La Masacre Mutante’ en el que nos vamos a encontrar muchos de los momentos mencionados al comienzo del párrafo, viñetas que se han quedado grabadas en nuestras retinas gracias al impecable trabajo realizado por los autores. Ocurre también que la serie se encontraba en su pico más alto, con una alineación definida y perfectamente asentada en el Universo Marvel, compartiendo protagonismo e importancia con otros pesos pesados como La Patrulla-X y Factor-X.

El grupo formado por jóvenes promesas ya había sufrido distintas bajas e incorporaciones a pesar de su corto recorrido editorial. Cifra, Magma, Warlock o Magik se habían sumado a la formación para crear nuevos lazos con el resto de sus compañeros, aportando frescura y nuevas tramas a las ya existentes. No estamos hablando de un comic de superhéroes adolescentes al uso puesto que el desarrollo de sus poderes traería consecuencias en forma de nuevas habilidades de carácter, digamos, especiales. Sí, un poco más especiales que las que ya exhibían. Espejismo regresaba de Asgard siendo toda una valkiria y hacía gala de una capacidad premonitoria para anunciar la muerte mientras que Karma se volvía un ser empático que pondría en peligro su salud mental. Todo estos elementos añadidos a la continua lucha por controlar sus poderes a la perfección, la inmadurez propia de la edad y el involucrarse en situaciones para las que no están preparados hacía de la colección una de las lecturas más interesantes y adictivas de todo el catálogo marvelita. No podemos olvidarnos del contraste que se creaba con el resto de títulos mutantes gracias a la presencia de Magneto como mentor del grupo de jóvenes, el que fuera enemigo de Xavier sustituía a éste para llevar en una dirección completamente distinta la academia.

Le seguirían otras circunstancias como el ataque de Los Vengadores para intentar llevar al nuevo director ante la justicia, las consecuencias de un eventos como es “Secret Wars” con la presencia de un Todopoderoso jugando con las vidas de los protagonistas o el genocidio mutante a cargo de Los Merodeadores en el espectacular y sobresaliente crossover que da título al presente volumen. Todas ellas son situaciones para las que estos Nuevos Mutantes no están preparados, siendo superados en todo momento, algo que permitirá a los autores explorar ese lado inexperto e inocente que tan buenos resultados había dado en otras cabeceras. Solo hay que prestar atención al mencionado encuentro con el Todopoderoso, un hecho bastante traumático que los dejará marcados por un tiempo. No se levanta el pie del acelerador de las tramas ya que también hay sitio para que La Reina Blanca y sus Infernales hagan acto de presencia hasta convertirse en la némesis de los pupilos de Magneto, Illyana se dejará abrazar por su lado más oscuro y demoníaco o Mancha Solar deje la formación para embarcarse en la aventura vivida junto a los Ángeles Caídos. Todo funciona a la perfección en este nuevo volumen de la colección, Chris Claremont hace gala de lo que mejor sabe hacer mientras que autores de la talla de Rick Leonardi, Bret Blevins, Jackson Guice, Kevin Nowlan, Mary Wilshire, Arthur Adams o Alan Davis nos alegran la vista para disfrutar de un material que solo puede ser catalogado como imprescindible.