‘Majareta’, cómic bipolar

Si el otro día la coincidencia se producía por traeros una obra de un autor del que hablábamos pocas jornadas antes, la propuesta de hoy va encaminada en cierto modo a recoger similar testigo al que portaba hace unas semanas ‘Psiquiátrico 2. Crazy Seventies’, aquél acercamiento al mundo de las enfermedades mentales y los hospitales dedicados en Francia a sanarlas que, en lo que respecta al trasfondo de dichos males, encuentra en ‘Majareta’ un preciso expositor de uno de ellos, la temida bipolaridad.

Honesta desde la primera a la última página (no se comprendería una obra autobiográfica que no lo fuera, y menos aún cuando habla de forma tan clara y sin tapujos de instantes muy personales), la aproximación de Ellen Forney al duro mazazo que fue para ella ser diagnosticada con el trastorno y lo que, desde entonces, ha tenido que padecer, deja claro que no estamos ante una autora cualquiera, sino ante alguien que conoce de forma íntima los mecanismos internos de noveno arte hasta tal punto que puede malearlos a su antojo para obtener el amplio abanico de proposiciones visuales que nos encontramos a lo largo de las más de doscientas cincuenta páginas que componen ‘Majareta’.

Prescindiendo de la viñeta en más de un ochenta por ciento de la lectura, Forney echa mano de todo tipo de recursos para que la necesaria aridez en la que en ocasiones incurre su muy entretenida novela gráfica no sea percibida de forma brusca por parte del lector. Un lector que no encuentra obstáculos a la hora de tener que aproximarse a lo explícito de la descripción de las complejidades de la medicación o en la reiteración que suponen las muchas charlas de la artista con su psiquiatra cuando, como digo, la constante variedad es la norma por la que se rigen las páginas de un título que une a su talante pedagógico un claro mensaje superación personal de esos que te anima a dejar atrás tus nimios problemas diarios y mirar al mundo de frente y sin miedo.