Es una fórmula tan probada, tan sometida a incontables iteraciones de ensayo y error, y tan pulida con el paso de los años, que a poco que lleves unos cuantos metido en la lectura de cómics, asumes como la normalidad sin apartarte unos pocos pasos para poder mirarla desde cierta distancia. Al hacerlo, al someterla a un juicio crítico que no se deje deslumbrar por sus fuegos de artificios, sus golpes de efecto, sus «todo va a cambiar» —para continuar igual—, sus muertes que abren nuevas vías para milagrosas resucitaciones y por todo el aparato mercadotécnico que la rodea, queda al descubierto una gran verdad que se establece como regla primordial no escrita del juego que plantean tanto Marvel como DC. Y esa no es otra que el que los eventos que sacuden anualmente el normal discurrir de parte de las cabeceras de ambas editoriales, son sólo casillas de la oca de un enorme tablero que, entre ave y ave, pretenden jugar a avanzar una continuidad que jamás va a llegar a ningún punto concreto.
Quizás sea por eso, por la trampa que comporta una continuidad que está ahí antes de que tú llegarás y seguirá por mucho tiempo cuando tú te hayas ido, que, cada vez con más intensidad, sea la desgana la que dicta mis apetencias lectoras cuando se trata de material proveniente de las dos majors por excelencia —y por eso, añado, me resulta tan atractivo todo lo que plantea Image en series que, salvo excepciones, sabes que parten de la casilla de salida con un claro transcurso en mente y un cierre definido o, por supuesto, todo lo que viene del mercado europeo, tan distinto al yanqui—. Pongamos por ejemplo, que para eso es el volumen que hoy nos ocupa, a ‘Infinito’: como siempre pasa con todos estos cruces épicos en los que el destino del multiverso está en jaque, mientras los estás leyendo la sensación de que esta vez, de verdad, TODO va a cambiar, es tan poderosa que no te planteas otra disquisición. Pero, claro está, cuando puedes observarla a la distancia de los seis años que han transcurrido desde su aparición y, sobre todo, sabes de todo lo que vendrá después, cualquier revisión del material que la compone se hace con mucha carga de escepticismo y cierto aire de indiferencia.
De manera objetiva, es incuestionable que Jonathan Hickman escribe muy bien, que la superposición —o simultaneidad— de tramas está muy bien traída, y que la escala de todo el trasunto es tan épica como controlada. Igualmente, resulta poco discutible que los artistas asignados para ilustrar los pequeños capítulos en los que el guionista divide el discurrir de la acción y que son marca de fábrica, son nombres más que solventes que empiezan por lo soberbio de Jerome Opeña hasta llegar a la espectacular corrección de Dustin Weaver, pasando por un Mike Deodato Jr. que no para de evolucionar a más o un Jim Cheung que es debilidad personal. Pero, como digo, todos ellos se sienten como piezas, como engranajes de una enorme maquinaria perfectamente engrasada que nunca se para, absorbiéndonos como parte indispensable de su funcionamiento sin que, mientras discurrimos por ella, seamos conscientes de los lugares por los que estamos transitando. ‘Nuff said!!!
Los Vengadores de J.Hickman. Infinito-segunda parte
- Autores: VVAA
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 248 páginas
- Precio: 23,75 euros en