Cuanto menos paradójico, que mi nivel de lecturas yanquis mensuales este siempre rondando un número inquieto que se mueve entre las 50 y 70 grapas (hay meses que algo menos, hay meses que ha llegado a rozar las 200 por razones que se escapan a mi entendimiento) no implica, ni muchísimo menos, que haya un considerable número de series que pasen de largo del constante escaneo de mi radar. Esto pasa sobre todo, aunque cada vez menos, cuando estamos hablando de una nueva cabecera: acercarse a un número uno ha venido siempre respaldado en mi caso de, al menos, conocer algo a sus creadores, pero dado que dicha decisión llevaba a dejar de lado potenciales joyas, de un tiempo a esta parte que ni guionista ni dibujante hayan pasado previamente bajo mi escrutinio ha dejado de ser motivo excluyente. Lamentablemente, ese «de un tiempo a esta parte» en el que casi toda nueva serie es concedida una oportunidad por mi parte, no llegó a coincidir con la salida de ‘Little Bird‘, y si no fuera por Nuevo Nueve y sus esfuerzos por seguir trayéndonos propuestas de lo más dispares y, por qué negarlo, atractivas, esta FASCINANTE ganadora del Eisner a Mejor Serie Limitada no habría tenido la oportunidad de terminar formando parte de mi tebeoteca.
Situada, como apuntamos en el titular, en un futuro post-apocalíptico en el que Norteamérica ha sucumbido al poder de un gobierno basado en la religión y el miedo —dos términos que la historia ha demostrado una y otra vez que siempre han ido de la mano—, el planteamiento que Darcy Van Poelgeest hace en la construcción de este mundo del mañana mezcla, con una facilidad asombrosa, la escalofriante veracidad que cabe encontrar en ‘El cuento de la criada’ —ya estemos hablando de la novela de Margaret Atwood como de su prodigiosa adaptación por parte de HBO, una historia con la que guarda no pocas concomitancias, dicho sea de paso — con toda una carga de ciencia-ficción que nunca se siente impostada o superpuesta de cualquier modo sobre el sustrato de crítica que late con fuerza en el corazón de la narración. Porque, al igual que la citada novela de Atwood, Poelgeest arremete aquí con fuerza contra la sinrazón de la religión llevada a su extremo más terrible y, aunque diluya con elegancia dicho discurso en la historia de supervivencia de la protagonista y lo aderece todo, como decimos, en un manto plagado de ideas que darían por si solas para otra serie, la más clara impresión que uno se lleva cuando cierra el tomo —editado, como suele ser habitual, con un gusto exquisito por parte de Nuevo Nueve— es haber asistido a una feroz diatriba perfectamente argumentada contra un sistema —el estadounidense— que, en muchos ámbitos, necesitaría de una urgente y profunda revisión y un saneado considerable de muchas de sus estructuras.
La inteligencia y locuacidad con la que el guionista enhebra dicho discurso es de una sutileza tal que, a poco que uno quiera, puede pasar por alto gran parte del mismo y encontrar en ‘Little Bird’ un escapismo de PRIMER NIVEL en el que la sangre, la violencia, la casquería y la construcción de un lore espectacular sean los valores a rescatar de una lectura que encuentra en Ian Bertram un valedor de altísimos vuelos. El estilo del artista, cercano a nombres como Frank Quitely o Chris Burnham, detalla hasta el extremo y narra con una ferocidad que fascina en intensidad creciente a lo largo de las casi 200 páginas del tomo: traductor preciso de todas las ideas que Poelgeest pone en jaque a lo largo del relato, el trazo minucioso y a la par extremadamente dinámico del estadounidense se conjura con el asombroso colorido de Matt Hollingsworth para ofrecernos unas planchas de esas que nos dejan ojipláticos ora sí, ora también y no vemos el momento en que guionista y dibujante regresen al mundo de ‘Little Bird’ en una precuela que se había anunciado para este año pero que ya sabemos que tardará un poco más.
Little Bird
- Autores: Darcy Van Poelgeest e Ian Bertram
- Editorial: Nuevo Nueve
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 192 páginas
- Precio: 25 euros