‘La última aventura’, perseguir lo inalcanzable

Teniendo una carta de presentación compuesta por esa espléndida terna que conforman ‘Manticore’, ‘La revolución de los pinceles’ y ‘Puntos de experiencia’, que la historia que íbamos a encontrar detrás de lo último de Josep Busquet iba a ser sólida y funcionaría a las mil maravillas era algo, como poco, incuestionable. Y así ha sido; el guionista catalán vuelve a sorprender con un relato que atrapa al lector desde la primera página, llevándolo de la mano por una aventura en la que todo es posible y que, en primera y última instancia, sirve al autor para rendir homenaje al género en sus tres acepciones principales, aquellas que corresponden a la literatura, el cine y, por supuesto, el cómic.

De hecho, resultan dignas de encomio las formas en las que el lenguaje narrativo de ‘La última aventura’ se acercan íntimamente a aquellas que podríamos ver en cualquier producción del séptimo arte, haciéndose fuerte el discurso de Busquet y Javi de Castro en no convertir la lectura del volumen en la mera exposición de personajes y acciones hilvanados en términos comunes. Antes bien, las 120 páginas en las que discurre el tomo, retan al lector/espectador a permanecer siempre alerta gracias a la concreción temporal fragmentada sobre la que se plantea esta historia que sigue las intenciones de un multimillonario caprichoso por filmar una película protagonizada por los héroes de su juventud, aquellos que le sirvieron de vía de escape momentánea a una realidad familiar que era de todo menos amable y que siguen siendo ídolos inamovibles e imperturbables en su muy perturbada personalidad.

Y quizás estaríamos hablando de otro cómic bastante menos efectivo si dicha fragmentación, el preciso entendimiento de lo que el guión requiere y la caracterización de personajes que de éste se deriva no hubiera encontrado manos tan efectivas para plasmarlo en viñetas como las de Javi de Castro. Bien es cierto que el trazo del artista español es simple, pero en esa simpleza radica, sin lugar a dudas, gran parte de la efectividad que encierran sus páginas. Unas páginas desde las que dimana un talento narrativo soberbio —así, a vuelapluma, me quedo con la que plasma en cuatro sencillas viñetas el desarrollo del multimillonario protagonista— que, como decía, sirve de perfecto complemento al guión de Busquets para redondear una lectura sorprendente que supera las expectativas que en ella se pudieran haber puesto. Muy recomendable.