'La tangente', código infrecuente

El rebelde que se enfrenta a una represora élite se ha convertido a lo largo de décadas de entretenimiento de evasión en un tópico indiscutible al que no le faltan ejemplos, como Star Wars, Matrix y un largo etcétera que lejos está de agotarse. Pero la verdad pocos antagonistas se me antojan más surrealistas que el que presenta una de las últimas incorporaciones al catálogo de Fandogamia, ‘La tangente‘, cuyos protagonistas se enfrentan a una maléfica fábrica de…pan. Ojo, que esta amenaza se torna más terrible teniendo en cuenta que no sólo ha hecho del alimento nuestro de cada día un artículo casi de lujo, sino que además planea hacer que su producto caduque en pocas horas volviéndose completamente incomible. Pero este es solo el aperitivo de una trama que aúna aventura y ciencia ficción, y que va a dar un giro en su ecuador que abre todo un mundo de posibilidades.

Aunque nos dé la sensación al empezar nuestra lectura que llegamos en un segundo acto la historia nos conduce a una escaramuza cercana en espíritu a la saga Misión: Imposible en la que tres héroes intentan infiltrarse en Bakin Blakpowder para acabar con su monopolio de la comida más básica. Un preludio que opta por la acción y los juegos de palabras (alguno bastante malo hay que reconocerlo, pero la verdad también hay que reconocer el esfuerzo de intentar hacer tantos chistes sobre pan) pero que va a dar un vuelco cuando nuestros protagonistas se ven mágicamente transportados a una nave espacial, la tangente del título, para una misión sobre la que tienen pocos datos pero que se antoja peligrosa. Aunque una cosa si está clara, que deberán adquirir unos nuevos conocimientos sólo obtenidos a través de experimentar otras vidas, dando lugar a la presencia de los protagonistas en otras realidades y su enfrentamiento con nuevos antagonistas. Todo un cambio no sólo de género sino casi de tono perdiendo gran parte de su trasfondo humorístico, aunque todavía se permite alguna nota de humor como el que la voz que se dirige a ellos adquiera una forma tan inesperada como un corgi.

‘La tangente’, a pesar de un dibujo sencillo, quizás demasiado, que probablemente se adaptaría mejor a una de carácter humorístico y/o costumbrista, es una obra tremendamente ambiciosa. Con unas colaboraciones adicionales que presentan nuevos mundos y que se unen a los principales Sergio S. Moran e Izarbe Pajuelo estamos ante un cómic audaz en sus pretensiones al que le gusta jugar con los tópicos de la ciencia ficción y que nos deja a las puertas de una continuación que remate la que podría ser toda una saga. Pero aunque presenta más de una idea interesante no es difícil que nos deje la sensación de que mucho queda en el tintero y que queda mucho por pulir.

Siempre es una más que agradable sorpresa la aparición de una obra que aboga por dar una palmada en la mesa y sumergirse en terrenos más propios de la superproducción, en un ejercicio de cariño por un género que nos ha encandilado desde nuestra niñez y adolescencia. Pero a pesar de la voluntad de presentar mundos con una entidad propia, con seres anfibios o ya directamente animales, no podemos evitar nos quede la sensación de un producto fallido, que abarca más que aprieta, pero que quizás pueda encauzarse de cara a futuras entregas y al que podría sentarle bien una evolución en su apartado gráfico. Con ecos a lo Matrix y, en una dimensión distinta, al manga ‘Pétalos de reencarnación‘, ‘La tangente’ es una apuesta atrevida pero que lejos queda de dar el do de pecho. Puede que necesite, haciendo honor a su nombre, salir hacia nuevos derroteros.