COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘La Resistencia’, un proyecto necesario

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Pese a que en muchos sentidos el cómic se ha asentado y normalizado en nuestro país —cada vez recibe más atención por parte de los medios, lectores de todas las procedencias se asoman a sus viñetas, las grandes superficies tienen secciones enteras dedicadas al 9º arte, e incluso se ha establecido un Premio Nacional de Cómic—, por el camino nos hemos dejado ciertas cosas. Una de ellas han sido los lectores infantiles, tema que podría dar para un artículo entero. Pero lo que también hemos perdido, y que es el eje sobre el que gira la presente reseña, son las revistas de historietas. Lamentablemente, los lectores de mi quinta —los nacidos a mediados de los 80— no hemos conocidos grandes revistas de ese tipo. La mayor parte habían desaparecido cuando alcanzamos la edad necesaria para leerlas, y las pocas que sobrevivían apenas eran una sombra de lo que fueron, como le ocurrió a El Víbora, que pasó de agitador cultural a escaparate de culos y tetas. Lo más parecido que tuvimos en nuestra infancia fueron suplementos como Gente Menuda y El Pequeño País, que, dentro de sus limitaciones, nos abrían cada semana las puertas a multitud de autores y personajes.

En mi caso concreto, he conocido gracias a mi padre muchas cabeceras que engendraron en mí el gusto, y la consecuente nostalgia, por las revistas de historietas. Cabeceras como Trinca, Cairo, Creepy, Vampus, Métal Hurlant, 1984, Cimoc, Totem, y también las más clásicas, por supuesto: Mortadelo, DDT, Pulgarcito y compañía. Estas revistas no solo supusieron un escaparate tremendo que forjó en gran medida la cultura comiquera de sus lectores, sino que además dejaron el cómic al alcance de todos, con distribución en quioscos y precios populares. Hoy día, sin embargo, y retomando la idea con la que iniciaba estas líneas, el cómic se ha normalizado, pero a la vez se ha vuelto más elitista, condenando al destierro a esta clase de publicaciones. En los últimos años ha habido intentos más o menos exitosos por recuperar la cultura de las revistas de historietas y la publicación serializada. Y si hay una editorial que ha liderado esa lucha por traer de vuelta este formato, ha sido Dibbuks. Bajo su amparo vio la luz la ya mítica revista El Manglar, que a lo largo de sus 12 números de vida nos devolvió esa magia de las revistas de antaño, acogiendo entre sus páginas a autores de la talla de Luis Bustos, José Luis Ágreda, Manel Fontdevila y Mauro Entrialgo, junto a aportaciones de autores extranjeros como Frederik Peeters y Manu Larcenet.

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El sueño terminó, pero no la ilusión, así que un lustro después de la desaparición de El Manglar, Dibbuks presenta en sociedad una nueva revista de historietas dirigida a un público adulto. Se trata de ‘La Resistencia’, un nombre que ya lo dice todo sobre la naturaleza de este proyecto y sobre el esfuerzo que han invertido sus artífices en él. El primer número, que ya ha llegado a las librerías, retoma el espíritu de El Manglar pero con un formato más próximo al de una novela gráfica (aunque no lo sea, tal y como nos advierten desde la portada), presentado en rústica con solapas y un total de 80 páginas, tanto a color como en blanco y negro. ‘La Resistencia’ cuenta con una envidiable plantilla de autores, entre los que se cuentan Miguel Ángel Martín, Josep Busquet, Jali, Álex Fito, Pablo Velarde y Fermín Solís. Cada cual aporta una historia breve, autoconclusiva y de temática absolutamente libre, hasta completar las 16 que componen este primer número. El principal defecto de la revista es que, como en casi cualquier antología, hay historias magníficas que conviven con otras bastante flojas. De hecho, el primer tramo de la revista resulta poco convincente, llegando a dar la sensación de oportunidad perdida. Por suerte, el nivel remonta gracias a las aportaciones de Juanjo el Rápido —con su sentido homenaje al París azotado recientemente por los atentados—, Ágreda y Ozanam —con su divertido “¡A la mierda Tarantino!”—, Infame & co —con la emotiva y evocadora “Mi memoria”— y Fermín Solís —con su sencilla, pero entrañable, “Éramos—.

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Pese a que tenía unas expectativas muy altas con respecto a esta revista, que no han llegado a cumplirse del todo, la calidad de los autores implicados y el cariño con que se han confeccionado estas páginas me lleva a pensar que el nivel seguirá subiendo en próximas entregas. ‘La Resistencia’ es un proyecto valiente y necesario, aunque al mismo tiempo difícil de mantener a flote. En los tiempos que corren, y dada la cantidad de autores implicados, no dudo que resulte matemáticamente imposible distribuir la revista a un precio inferior a los 8 eurazos que lleva en portada. Ahora bien, eso no significa que no deban intentar buscar fórmulas para conseguir que la cabecera perdure y que no quede restringida a los cuatro lectores más fieles. Quizá una edición digital a un precio más asequible fuera una buena idea. Hay casos recientes, como los de Orgullo y Satisfacción o la plataforma Panel Syndicate, que apuntan a que quizá ese sea el camino a seguir para las publicaciones que se desvíen de la norma. Sea como sea, les deseo toda la suerte del mundo en esta nueva andadura.

La Resistencia nº1

  • Autores: VV.AA.
  • Editorial: Dibbuks
  • Encuadernación: Rústica con solapas
  • Páginas: 80
  • Precio: 8 euros

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