‘La pelusa de los días’, la vida, ni más, ni menos

Inversamente proporcional a la cantidad de tebeos que servidor lee al cabo del mes, la capacidad de los mismos para sorprender es una cualidad siempre anhelada pero pocas veces encontrada que en ocasiones parece tan huidiza como esas pelusas que de repente vemos en el suelo de nuestra morada y que son arrastradas por no se sabe muy bien qué brisa a rincones inaccesibles. Es por ello que dar de bruces con una obra como ‘La pelusa de los días’ es todo un acontecimiento digno de celebración dada la inmensa calidad y, sobre todo, la inabarcable honestidad que se desprende de las geniales páginas de Soledad Otero. De hecho, es esta última cualidad la que provoca lo que creo es el mayor logro de las tiras recogidas en éste singular tomo: la constante identificación del lector con mucho de lo que la artista argentina expone en sus viñetas, cargadas como están de vida en el más amplio sentido del sustantivo.

Una vida que se desparrama por las páginas de las viñetas que primero encontraron acomodo en la red y que instilan en el que a ellas se acerca todo un abanico de sensaciones y reacciones que, por supuesto, tienen a la risa como mejor aliada. Y si normalmente éste sería el momento en el que apuntaría a tal o cual instante como el mejor representante de lo que Otero consigue con la elocuencia de su verbo y lo aparentemente casual de su muy personal y desenfadado trazo, voy a saltarme el pretender trasladar con palabras la inmensa efectividad de lo que aquí podemos encontrar para, en su lugar, instaros con toda la insistencia de la que soy capaz a que os hagáis con una copia de tan espléndido trabajo. La universalidad del mismo, la empatía constante que genera en el que a él se acerca, el reconocerse en unos dibujos y diálogos ideados a miles de kilómetros de distancia…todo ello y mucho más es lo que ofrece ‘La pelusa de los días’. ¿Lo vas a dejar escapar?