Dato que quizás algún lector ocasional desconozca pero del que es fácil aprehenderse echando un vistazo al catálogo de títulos de Spirou que hasta el momento acumula Dibbuks, es el que las aventuras del botones más famoso del tebeo universal llevan discurriendo por dos senderos paralelos desde hace algunos años ya, tantos como los doce que han transcurrido desde que en 2006 se publicara, al otro lado de los Pirineos el primer álbum de ‘Le Spirou de…’, una cabecera alternativa a la serie regular del personaje creado por Rob-Vel orientada a servir de escaparate para que los más diversos autores aportaran su granito de arena a tan legendario icono del noveno arte.
Desde entonces, nombres como Fabien Vehlmann y Yoann —que firmarían el primer volumen y, años más tarde, pasarían a convertirse en artistas regulares de la serie matriz—, Frank Le Gall, Emile Bravo —que con su ‘Diario de un ingenuo’ nos regaló una de las mejores historias de Spirou jamás escritas—, Lewis Trondheim o Zidrou se han paseado por las páginas de una cabecera que ya alcanza en Francia la decimotercera entrega sin muestras de cansancio gracias a la tremenda variedad que aportan las diferentes voces que sobre ella se suceden. Unas voces que en los álbumes 5, 7 y 11 —publicados en 2009, 2014 y el pasado 2017— contaban con los talentos de Yann a los guiones y Olivier Schwartz a los lápices para narrar una historia que, retomando en cierto sentido el hilo del que Emile Bravo se sirvió para su aproximación al personaje, ha llevado ya a Spirou por la Bélgica ocupada de 1942 en ‘El botones verde caqui’ —publicado por Dibbuks en 2015— y por las dos aventuras que ahora recoge la editorial madrileña en este ‘La mujer leopardo’, que arranca en Bruselas en 1946, poco tiempo después de que finalice la Segunda Guerra Mundial, y acompaña al botones, a su inseparable Spip y a ese despistado que es aquí Fantasio, por tribulaciones que les llevarán hasta el corazón del Congo.
Dicharachera, algo alocada y con homenaje incluido a Hergé y su Tintín —a nadie se le escapa que el segundo álbum, ‘El maestro de las hostias negras’ mira con ojos tiernos a ‘Tintín en el Congo’— lo que aquí plantea Yann discurre por senderos muy variados que tan pronto se presentan en modos muy clásicos del personaje, como recurren a incluir a Sartre y a Simone de Beauvoir para llevar a cabo toda una hilarante disertación sobre el discurso feminista de la escritora en contraposición a la posición del famoso filósofo. Entre medio de tan diferentes extremos hay lugar para criaturas fantásticas, tótems con poderes mágicos, una tribu de mujeres guerreras ataviadas con pieles de leopardo, romances, regresos de personajes que creíamos fallecidos e incluso una historia de amor para Spip.
Ilustrada de manera brillante y efectiva por un Olivier Schwartz que parece imbuirse en la máxima «metamos todo lo que se pueda por viñeta y que no haga ilegible ésta», es quizás la narrativa del artista, y algún puntual salto entre viñetas que no llega a cuajar lo único que servidor apuntaría como disfuncional de una lectura divertidísima que no deja resquicio para el tedio. Esperemos que Dibbuks continúe completando esta variada colección y que a los cinco álbumes publicados hasta el momento añada los siete que faltarían para ponernos a la par de nuestros vecinos.
La mujer leopardo: Una aventura de Spirou por Schwartz & Yann
- Autores: Yann & Olivier Schwartz
- Editorial: Dibbuks
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 128 páginas
- Precio: 20,90 euros en
Que yo recuerde Olivier Schwartz es un fan acérrimo de Tintin. Nivel haber dibujado algún cómic pirata sobre el personaje, años ha. Si los herederos de Herge tuvierán algo en la cabeza (dejarón pasar el tren de Yves Chaland y dejarán pasar este otro tren, también) haría años que Schwartz estaría dibujando álbumes sobre el personaje. Pero no. Mejor esperar 30 años a ver que pasa.
Hete aquí un dato que desconocía por completo. Gracias por el aporte.
En cuanto a lo que comentas de los chicos de Moulinsart, me inclino a pensar como ellos y a impedir que se perpetúe el legado de Hergé con productos que no estén a la altura del maestro porque, si bien a nivel gráfico son irreprochables, mira el resultado que, en lo que se refiere a historia, están dando las anodinas nuevas aventuras de Astérix, que empezaron regular y van a peor a cada entrega.