'Atom Agency 2: Pequeña escarabajo', mucho mejor

Tengo que admitir, no sin cierto reparo, que el primer álbum de ‘Atom Agency’ no caló hondo en mi yo lector. Sí, reconozco sus muchas valías, sobre todo en lo que respecta al trabajo a los lápices de Olivier Schwartz, pero hubo algo en el guión de Yann que no consiguió atraparme lo suficiente y, aunque la gente que lo leía se deshacía en elogios para con él, a mí no llegó a parecerme más que una lectura muy amena y espectacularmente dibujada. Es por ello que, de cara a este segundo volumen de la cabecera, las expectativas eran tan limitadas que, quizá debido a ello, he disfrutado sobremanera de este ‘Pequeña escarabajo‘ hasta el punto de que me haya replanteado si mis impresiones sobre su predecesor estuvieron influenciadas, y mucho, por la oleada de buenas críticas que recibió el pasado 2021.

Como quiera que, tras su aparición, no llegamos a hablar de la primera entrega, detengámonos un instante para aclarar, a aquellos que no la conozcan, que ‘Atom Agency’ es una serie de corte detectivesco y muy dicharachero que recuerda poderosamente a ‘Tintín’, tanto en su engañosa ligereza como en lo endemoniado de su ritmo, y que sigue a los tres componentes de la agencia de detectives cuyo nombre sirve como título de la cabecera. En las páginas del álbum inicial se nos presentará su mundo, el de París de 1949, un microcosmos en plena ebullición que, con la sombra de la Segunda Guerra Mundial aún presente, comienza a configurarse como el poliedro de culturas que hoy conocemos. Tanto es así, que resulta curiosa, a la par que coherente con dicho ambiente, la elección de Yann de que sus protagonistas sean de origen croata, lo que da mucho juego por el choque de culturas y tradiciones que la familia de Atom aporta al conjunto.

Llegados pues a este segundo álbum, la lectura de ‘Atom Agency 2: Pequeña escarabajo’, que mira hacia la contienda y rinde particular homenaje a los héroes silentes del conflicto que cambió la faz del planeta, es de esas que da la sensación constante de que siempre está pasando algo en los múltiples rincones de la página. Eso es debido, por supuesto, al enorme esfuerzo que hace el trazo claro y vivaz de Schwartz para plagar de mil y un detalles cada viñeta de cada plancha, condensando tantísima información en las mismas que no os extrañe invertir más tiempo de lo habitual en dar cuenta de ellas antes de continuar con la lectura. Una lectura que, como decimos, es puro entretenimiento, construyendo a unos personajes que se las arreglan para estar en el preciso punto intermedio entre la caricatura y lo tridimensional y planteando un misterio que, para colmar de bienes al lector, no es de esos a los que sea fácil anticiparse. Si unimos a lo anterior la espléndida edición de Nuevo Nueve…no nos quedan más razones que aducir para, uno, dejar de lado las equivocadas impresiones que nos causó la primera entrega y, dos, recomendar enérgicamente esta genial BD.