'Kent State', apasionante docu-tebeo

Soy consciente de que, quizás, no sea la mejor forma de comenzar una reseña pero no se me ocurre otra manera de hacerlo que afirmar, con contundencia, que ‘Kent State’ NO es una lectura fácil. Antes bien, lo que Derf Backderf propone en este magnífico volumen publicado por Astiberri necesita de manera casi obligatoria el aproximarse a la historia con calma, dando cuenta cada vez de un puñado reducido de páginas que vayan haciendo su trabajo a fuego lento y metiéndose por debajo de la piel del lector. Si no se hace así, si se pretende acometer la lectura de esta narración que pone en pie las revueltas universitarias de 1970 en Ohio y el asesinato por parte de miembros de la Guardia Nacional estadounidense de cuatro estudiantes desarmados, se corre el riesgo de salir expelido de manera inmediata por la cantidad de datos, personajes y situaciones que el artífice de ‘Mi amigo Dahmer‘ pone en juego.

A título personal diré, antes de ahondar más en estas páginas, que ya que he citado la aproximación de Backderf a la figura de Jeffrey Dahmer, uno de los peores asesinos en serie de la historia de Estados Unidos, y considerando que ambos se nutren de una suerte de personalidad periodística en su labor de investigación de lo que en sus páginas se expone —aunque en su primera obra Backderf complementara la tarea de documentación con recuerdos personales del que fuera compañero de clase—, me quedo, si bien por poco, con ‘Mi amigo Dahmer’ antes que con la compleja urdimbre que el artista yanqui teje en estas casi 300 páginas.

Dicho esto que, insisto, es algo completamente personal, no cabe duda cuando se ha arrancado con la lectura de ‘Kent State’ que Backderf se ha volcado sobremanera en hacer de esta recreación de aquellos días de mayo de 1970 el más preciso acercamiento a las personas que se vieron envueltas en tan tumultuosos acontecimientos, moviéndose con facilidad pasmosa entre los personajes de cierto renombre y aquellos más anónimos para el público foráneo que perecieron o fueron heridos bajo las balas de la Guardia Nacional. Puesto en valor con su particular estilo de dibujo —que quizás aquí se muestra en ocasiones incapaz de conseguir que distingamos con precisión entre algunos de los protagonistas— y con la brutal energía que gastan los compases finales de la narración, que muestran con descarnada crudeza el momento en que los agentes de la ley abrieron fuego contra los universitarios y el infierno que, en consecuencia se desató en Kent State, insistimos en que, lectura obligada, es necesario aproximarse a este magno tebeo con mucha calma y ninguna prisa. Sólo así conseguiréis extraer todo el jugo a sus páginas. Advertidos quedáis.