Desengañados por un mundo que parece habernos dado la espalda, es quizás descontento el epíteto que mejor califique a las varias generaciones que fueron golpeadas de lleno por la crisis socio-económica de hace algo menos de una década. Con nuestras vidas puestas patas arriba y nuestra creencia en el estado del bienestar violada y masacrada por las mismas instituciones que nos habían hecho participar de él, a los que asistimos impávidos al desmontaje de décadas de trabajo y sudor, en el tiempo en el que se tarda en decir «burbuja inmobiliaria», nos quedaba por delante un transitar que más que vida podría definirse como un paseo por la casa del terror de cualquier feria de pueblo: corrupción e ignorancia se han ido turnando en los últimos años para introducirnos a empellones en esta idiocracia en la que parece que la humanidad se regocija; una idiocracia ejemplificada a través de mayestáticos sinsentidos como el Brexit o la elección de Trump que, si nada lo remedia, será la que legaremos, a nuestro pesar y sin que podamos impedirlo, a nuestros hijos.
Impotencia. Malestar. Rabia. Furia. Ideas y sentimientos concatenados que nacen inevitablemente de la observación de nuestro día a día, son ellas y otras muchas las que sin duda se encuentran en este arrebatador ejercicio tebeístico al que Marcos Prior y David Rubín han decidido titular ‘Gran Hotel Abismo’. Acaso metáfora del mundo en el que vivimos —un Gran Hotel lleno de diferencias, de desiguales niveles y que se parece cada día más al camarote de los hermanos Marx de ‘Una noche en la ópera’—, el título del álbum que hace unos días ponía en circulación Astiberri y que, tras dos lecturas, ocupa ya un puesto entre lo favorito personal de este 2016, encierra 120 páginas que son pura rabia narrativa sin concesiones.
Tanto es así, que llamar sólo cómic a lo que aquí podemos encontrar es hacerle flaco favor a los tremendos esfuerzos de Prior y Rubín por revitalizar el concepto de tebeo y aportarle nuevos matices con los que enriquecerlo. Así, a planchas como las que vemos abajo, heredadas sin duda alguna de aquellas con las que hace treinta años Frank Miller nos sorprendió en ‘El regreso del señor de la noche’, —nunca terminaré de acostumbrarme al título «moderno» por el que se conoce a tan magna obra en la actualidad—, se suman otras en las que el elocuente formato horizontal elegido para la ocasión da cabida a juegos de zoom, a dobles páginas que obligan a girar el sentido de la lectura y que se llenan de mensajes de Twitter, y a todo un rosario de hallazgos que subrayan de nuevo, por si su tebeografía hasta la fecha no lo hiciera con suficiente contundencia, que David Rubín es un GRANDE del tebeo actual.
Sujeto a una actividad febril, el dibujante gallego —que la semana pasada veía editado el primero número de ‘Ether’, nueva incursión en el mercado yanqui de la mano de Dark Horse y con Matt Kind como compañero de viaje— no da muestras de cansancio alguno y logra reinventarse por enésima vez desde que lo conocierámos hace años con ‘La tetería del oso malayo’: la verborrea —sin ninguno de los matices negativos que podría rodear al término— visual que el artista plasma en las páginas de ‘Gran Hotel Abismo’ y la violencia que desprenden muchas de sus viñetas nos hacen apretar los dientes ante el aluvión de información que se oculta hasta en el rincón más inesperado. Con la salvedad de esas dos cuadrículas negras que interrumpen sin aviso y que sirven de descanso al lector, lo que la atónita mirada de éste ha recorrido hasta llegar a ellas, y lo que recorrerá después es de un «apabullante» que hace necesaria esa segunda lectura que apuntaba antes para aprehenderse de un algo más que el álbum pide a gritos.
Algo más que, toda vez nuestra atención no se centra en ordenar las muchas ideas que aquí se nos proponen, queda puesto en valor por la inmensa variedad de lo que Rubín captura con la febril imaginación que destilan sus lápices y su asombroso uso del color: desde esa elocuente doble página que abre en plano cenital el capítulo primero hasta apariciones «estelares» como las de Maruenga, todo en ‘Gran Hotel Abismo’ asevera sin resquicio para la duda del inmenso compromiso con el que el español ha abordado la puesta en imágenes de un guión del que, por dar una idea general de lo que ofrece, lo último que puede decirse es que sea acomodaticio.
Es más, es el tono irreverente y rebelde para con la estructura «común» de un tebeo el que hace de este magnífico álbum tan ejemplar escaparate de lo que puede conseguirse mediante viñetas. Aparentemente desestructurado, sin un hilo conductor «coherente» y tan plagado de distracciones como queda de principio a fin, es necesario dar un paso atrás para poder apreciar en toda su cohesión el discurso crítico con el que Prior nos sacude inmisericorde alentándonos, ya desde los créditos iniciales, a que despertemos a nuestro Tyler Durden interior y sepamos ver, como decía el personaje de Palaniuhk, que no somos nuestro trabajo, ni nuestra cuenta corriente, ni el coche que tenemos, ni el contenido de nuestra cartera, ni nuestros pantalones. Somos la mierda cantante y danzante del mundo. Y ya va siendo hora de despertar y hacerle saber a los que se creen con el derecho de manejar a su antojo nuestras existencias que es en el pueblo en quien reside la voluntad para que este mundo siga girando.
Gran Hotel Abismo
- Autores: Marcos Prior y David Rubín
- Editorial: Astiberri
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 120 páginas
- Precio: 22,80 euros en