‘Fábulas Edición de Lujo Libro 4’, cuando las fábulas valían la pena

Hubo un tiempo, no hace mucho, que ‘Fábulas’ era una serie de referencia y el momento del mes en que el número correspondiente salía publicado era uno de esos que uno esperaba con cierta ilusión, sabiendo como sabía que lo que Bill Willingham y Mark Buckingham tuvieran a bien ofrecerle desde las páginas del cómic iba a convertirse en una de esas lecturas que apaciguan las ansias de grandes historias…al menos durante un mes, claro.

Pero, como decía, eso fue hace mucho tiempo ya que, por desgracia, y antes incluso de que las muchas aventuras de los personajes de cuento alcanzaran ese número 100 al que muy pocas series tienen acceso, la creación de Willingham comenzó a derivar por terrenos que pasaron bruscamente de la genialidad a lo agreste, y leer ‘Fábulas’ terminó convirtiéndose en un trance mensual que, en última instancia, desapareció de las lecturas yanquis que servidor hacía.

Ahora bien, en lo que a este cuarto volumen de la edición de lujo que ECC está publicando, ese futuro yermo creativo está aún a mucha distancia, y tanto los dos arcos argumentales aquí recogidos como la novela gráfica que ocupa la segunda mitad de la lectura son de esos que provocaban la celebración constante del aficionado al noveno arte: en lo referente al transcurrir de las muchas tramas que siempre ha aglutinado la cabecera, el acercamiento al pasado del Lobo Feroz (y su sorprendente participación en la Segunda Guerra Mundial) y el esperadísimo momento en el que Fabletown sumaba a su población a los hijos de aquél y Blancanieves, son los ejes que vertebran unas páginas adornadas con el magnífico arte de Buckingham y el también efectivo Tony Akins.

En lo que respecta a la segunda parte de la lectura, ‘1001 noches de nieve’ sirve a Willingham para, a la manera de ‘Las 1001 noches’, ofrecer todo un rosario de relatos cortos ilustrados por un pequeño corpúsculo de artistas a cada cual mejor (atención a las páginas de Bolland, James Jean, Jill Thompson o el propio Buckingham) enhebrados con el hilo conductor de la historia que lleva a Blancanieves a visitar a las Fábulas de oriente. Ilustrado dicho hilo con los bellísimos dibujos de Charles Vess en similares modos a los que utilizara en ‘Stardust’, afirmar que lo que aquí encontramos es sobresaliente es una verdad que adquiere matices amargos cuando uno compara un pasado tan fértil con un presente tan infructuoso.