‘En un rayo de sol. Segunda parte’, confirmación de grandeza

Si bien en nuestro país La Cúpula ha decidido editar ‘En un rayo de sol’ en dos volúmenes aparecidos con muy poca distancia en el tiempo el uno del otro —que puede que no hayan sido los chicos de la editorial catalana sino imposición de First Second, la editorial original estadounidense—; si hubiéramos tenido opción en castellano de habernos asomado al trabajo de Tillie Walden en el único tomo en el que se ha publicado al otro lado del «charco» —recordemos que la obra en su aparición original fue a través de la red— no tendríamos que recurrir hoy a comenzar esta reseña apuntando a que gran parte de lo que cabría afirmar sobre esta MARAVILLOSA mezcla entre ciencia-ficción, espíritu de slice of life y alma LGBT, ya lo dijimos a comienzos de abril cuando nos deshicimos en elogios para con su anterior entrega.

Todo lo que comentábamos hace cosa de poco más de un mes se mantiene, incólume, en esta «segunda» parte que no lo es, y mientras la artista texana continua sorprendiéndonos con su soberbia manera de definir personajes, de introducir giros inesperados en la trama —lo que rodea aquí a uno de ellos era, como poco, imposible de prever— y de hacer que caigamos aún más rendidos, ya por cualquiera de sus muy particulares heroínas, ya por la evocadora y muy escueta manera en que sigue construyendo el particular cosmos que las rodea, resulta inevitable, conforme el final se va acercando, sentir cierta desazón por no querer que la lectura concluya y nos veamos obligados a despedirnos de Mia, Grace, Ell, Alma, Jules y el resto de entrañables chicas que conforman la tripulación de ‘En un rayo de sol’.

Que esa sea la única nota agridulce de un plato cocinado hasta la perfección habla volúmenes de la grandeza del trabajo de Tillie Walden, una guionista y dibujante que con ‘Piruetas’ había llamado a la puerta del panteón de mis «autores a seguir hagan lo que hagan» pero que, en virtud de lo que podemos encontrar aquí, ha entrado en dicha construcción con todo el boato, la pompa y la circunstancia que uno pueda imaginar. Sólo resta esperar a que La Cúpula nos haga llegar cualesquiera que sean sus futuros proyectos y que éstos sigan aumentando, a poder ser de manera exponencial, nuestra profunda admiración por la genial y sensible firma de la artista estadounidense.