Fue el primer filme que vi de Jean Jacques Annaud antes de quedar completamente fascinado por su espléndida aproximación al universo que Umberto Eco había construido en ‘El nombre de la rosa’ y, en cierto modo, una de las más tempranas muestras a través de las que pude constatar la vastedad de recursos que podía alcanzar el séptimo arte para contarnos una historia que, en el caso de ‘En busca del fuego’, carecía por completo de diálogos…al menos que los gruñidos y vocalizaciones de los primitivos protagonistas encarnados por Rupert Everett, Rae Dawn Chong y Ron Perlman cuenten como tales. Aún habiéndola visto sólo dos veces a lo largo de mi vida —tres si contamos la revisión que le hice hace unos días después de finalizar la lectura que hoy nos ocupa—, la fuerza visual de algunos instantes capturados en celuloide por el realizador francés permanecían intactos en un sector de mi memoria que ahora tendrán que compartir con la sublime belleza que desprenden algunas de las planchas mediante las que Emmanuel Roudier —con la inestimable ayuda del colorista Simon Champelovier— adapta de forma fidedigna la obra original de J.H.Rosny Aîné.
Sorprende que una novela publicada hace exactamente un siglo y un lustro, y cuyas hipotésis acerca de la vida de nuestros más lejanos ancestros quedaron ampliamente refutadas por mano de los sucesivos avances en investigación antropológica que se llevaron a cabo durante el siglo pasado, siga siendo objeto de interés en el s.XXI. Sorprende, sí, aunque no de forma desmedida si uno atiende a algo más que los meros hechos científicos que se abordan en el transcurso de la historia y centra su mirada en como esta despliega sus recursos e hilvana un relato de aspiraciones universales y atemporales que bien podría ser trasladados —con sus modificaciones, claro— a cualquier época de la humanidad: construida en torno a tres hombres de Neanderthal que deben abandonar a su tribu para intentar encontrar el fuego que han perdido tras la encarnizada lucha con otra tribu enemiga de homínidos, ‘En busca del fuego’ gira en torno a engranajes como la amistad, lo indómito del ser humano y la curiosidad que ha sido motor impulsor de nuestra evolución como especie.
Dejando intactos dichos valores, la aproximación de Emmanuel Roudier en doble calidad de guionista y dibujante a la novela de Rosny permite descubrir, primero, los muchos cambios que sobre ella ejerció el guión cinematográfico de Gérard Brach —cambios que oscilaban entre lo aceptable y lo necesario dadas las exigentes necesidades narrativas de un filme— y, después, que la fascinación que en su momento encendió en el que esto suscribe la producción franco-canadiense, se ve completada y superada por la que despiertan un muy alto porcentaje de las páginas del artista francés: en ellas, Roudier se presenta como un artista que controla a la perfección tanto la caracterización de personajes como, sobre todo, la concreción de unos escenarios naturales que, de forma puntual, arrebatan el aliento al lector. Unidas ambas cualidades a una narrativa ágil, precisa y diáfana, huelga afirmar que desde ya estaremos muy pendientes a lo que de este fantástico autor pueda llegarnos en el futuro. Mientras tanto, por supuesto, acercarse a ‘En busca del fuego’ es casi asignatura obligada para todo aquél que quiera «vivir» una aventura en estado puro.
En busca del fuego
- Autores: Emmanuel Roudier
- Editorial: Ponent Mon
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 168 páginas
- Precio: 30,40 euros en