Como todo lanzamiento que se salía fuera de lo habitual en las propuestas de la editorial —y no sólo de ésta, sino de cualquiera—, la noticia de que Planeta DeAgostini se disponía a lanzar una colección en cuidados volúmenes de la obra de Horacio Altuna fue recibida con enorme algarabía y gran gozo por este redactor allá por el Salón del Cómic de 2009, que fue, si mi memoria no falla, cuando la compañía puso en marcha tan necesario proyecto llamado, a todas luces, a organizar el desorden con el que hasta entonces se había ido aireando la obra del artista argentino en nuestro país. Un caos compuesto por las muchas páginas del artista que habían podido verse en las míticas ‘1984’ y ‘Zona 84’, en los diferentes álbumes que le editó el propietario de dichas revistas —el insigne Josep Toutain— y en el que también intervenía aquel intento de colección lanzado por Norma que se quedó en tan sólo cinco números o, incluso, una primera aproximación de la propia Planeta allá por 1998 al título que hoy traemos.
Pero, como digo, la alegría con al que se anunció esa obra maestra sin par llamada ‘Las puertitas del Sr. López’ parecía presagiar que, por fin, los lectores españoles podríamos engalanar nuestras estanterías con un número indeterminado de volúmenes en los que se recogería de forma íntegra la obra de Altuna…fuera de las páginas de Playboy o Penthouse, claro. Y así seguía sintiéndose cuando Planeta fue editando, durante aquel 2009 y el 2010 que le siguió, títulos tan fundamentales de la tebeografía hispana como ‘Charlie Moon’, ‘Merdichesky’ o ‘Tragaperras’; álbumes todos a los que se les queda pequeño el apelativo «imprescindible» y que eran consumidos con enorme fruición por el que esto suscribe. Pero entonces, ay, el silencio.
Como tantas otras veces ha sucedido ya —tantas que, como diría Mafalda, deberíamos «tener el corazón sanforizado»—, y sin previo aviso ni un comunicado que explicara las razones para ello, Planeta dejó de publicar ulteriores entregas de la colección, y ésta sigue estando ahí, en una de las muchas baldas repletas de cómics que hay en mi biblioteca ejemplificando —y no es la única, ojo— esa pésima gestión editorial que nos ha dejado a los amantes del noveno arte en castellano, huérfanos en incontables ocasiones.
Ante tal situación, pero no sólo debido a ella, que conste, hemos de celebrar con júbilo que Astiberri sea la casa que nos ha devuelto uno de los pedacitos más importantes de la producción de Horacio Altuna junto a Carlos Trillo, el guionista al que mejor supo entender el artista argentino y con el que firmó, antes del fallecimiento del escritor en 2011, todas esas historias que un par de párrafos más arriba tachaba de algo más que imprescindibles. Porque sí, porque ‘El último recreo’ es, junto a ‘Las puertitas…’, una de las obras capitales de Trillo y Altuna y considerando que la hacía veinte años que nadie se dignaba a volver a darla a descubrir a los lectores de esta piel de toro, hay que darles sentidas gracias a los chicos de la editorial bilbaína.
Y si lo es —insisto, porque LO ES— se debe, no podía ser de otra manera, al preciso y constante maridaje que encontramos en el alto nivel con el que Trillo caracteriza a estos relatos cortos falsamente aislados en los que diserta a placer sobre una sociedad futura en la que los adultos han desaparecido y los niños deben buscarse la vida. Utilizando a los chavales como «no tan inocentes» reflejos de sus contrapartidas más creciditas, Trillo acomete una vivisección de la idiosincrasia humana de una elocuencia extrema, dando auténticos mazazos de oscuras tonalidades a los que puedan pensar que, dejados a su libre albedrío, nuestros vástagos harían de este mundo algo menos sucio y deplorable.
Reflejando esa suciedad y oscuridad con su asombroso manejo de los claroscuros y los juegos de sombras, Altuna da lecciones a diestro y siniestro a cada batir de página, y resulta completamente imposible no asomarse a alguna plancha sin entrar en un sostenido estado de arrebato ante el sumo talento que se despliega delante de nuestra atónita mirada: a la genial forma de caracterizar a los personajes y la suma expresividad que éstos detentan se une aquí la asombrosa ambientación en una metrópolis anónima —que bien podría ser Nueva York pero nunca se explicita— y la fluidez constante de una narrativa que no conoce de soluciones equivocadas o, por supuesto, errores. ¿Queda alguna duda al respecto de la imperiosa necesidad de hacerse con una copia de tan mayestático volumen? Espero que no…
El último recreo
- Autores: Carlos Trillo & Horacio Altuna
- Editorial: Astiberri
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 128 páginas
- Precio: 15,20 euros en