Aunque su historia gire en torno a los mismos sucesos, creo necesario aclarar, antes de entrar en materia, que este primer volumen de ‘El tren de los huérfanos’ que Yermo publicaba allá por julio del pasado año no es una adaptación de la novela del mismo nombre publicada en 2013 y escrita por la británica Christina Baker Kline. De hecho, en las notas finales con las que Philippe Charlot ilustra los hechos reales que se encuentran detrás de esta ficción tan tridimensional, no se cita en ningún momento al best-seller de la escritora por más que, curiosidades, el primer álbum de la serie de cómics y la primera edición del libro de Baker Kline no distarán más que los pocos meses que separan a octubre de 2012, cuando apareció ‘Jim’, la entrega inicial de una cabecera que en 2017 veía publicado su octavo álbum, y abril de 2013, mes elegido por Harper Collins para el lanzamiento de ‘El tren de los huerfános’.
Coincidencias peculiares al margen, centremos nuestra atención en el tebeo que hoy nos ocupa por cuanto lo que en él encontramos es de una calidad espléndida que, ante todo, sirve para descubrir la historia de las decenas de miles de niños huérfanos o no, fueron trasladados a principios del siglo pasado de una costa a otra de los Estados Unidos, unas veces para encontrar nuevas familias de las que recibir calor y cariño, otras muchas para ser utilizados como mano de obra barata por granjeros con pocos escrúpulos que los compraban a los responsables de la Orphan Train Riders. Sosteniéndose pues en el mayor programa de desplazamiento de niños de la historia, y no teniendo reparos en que las páginas del cómic sirvan de denuncia de lo que supuso para incontables infantes un desarraigo que hoy afecta a más de dos millones de descendientes de aquellos «huérfanos», ‘El tren de los huérfanos’ discurre en dos tiempos bien diferenciados entre los que Philippe Charlot va alternando una narración que atrapa al lector desde la primera a la última página.
Separados por setenta años, la Nueva York de 1920 y la muy diferente de 1990 son punto de partida de la historia de éxodo y búsqueda que afectará a Jim y Harvey, dos niños bien diferentes a los que el azar les tiene reservados destinos completamente opuestos. Trufada, como la vida misma, de instantes que se mueven entre lo cómico, lo trágico y lo terrible, es en el dibujo de Xavier Fourquemin donde ‘El tren de los huerfános’ encuentra motivos para seguir captando nuestra atención, y si bien el estilo cartoon del francés podría parecer inadecuado para las tonalidades más severas del relato, lo cierto es que termina ajustándose perfectamente a las necesidades del mismo. De acuerdo, hay instantes en que las proporciones entre personajes adultos e infantiles no están del todo logradas —instantes que chocan sobremanera, todo sea dicho—, pero son los menos en un conjunto muy compacto que se devora con sumo interés. Esperemos que las futuras entregas mantengan el mismo nivel que esta y que, como podría antojarse a priori, la serie no caiga en la reiteración facilona. Esperemos…
El tren de los huérfanos. Volumen 1. Jim y Harvey
- Autores: Philippe Charlot y Xavier Fourquemin
- Editorial: Yermo Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 96 páginas
- Precio: 23,75 euros en