Hablar de un tebeo de Paco Roca siempre acarrea una suerte de responsabilidad un par de peldaños mayor que la que cabría asignar a cualquiera de los otros muchísimos títulos que pasan por nuestra página al cabo del año. Dicha elevada responsabilidad adquiere nuevos matices cuando, en lugar de enfrentarnos a una nueva muesca en su maravillosa trayectoria, hemos de revisitar una de las que en más cariño depositó Roca en su momento, algo que es mucho decir cuando, precisamente, si algo exudan las páginas de la práctica totalidad de su producción es un mimo extremo por la narrativa secuencial y una involucración que, funcionando a tantos y tantos niveles de lo que quiere contarnos, termina por ser una de la señas de identidad más reconocibles de cuantas cabría apuntar cuando se trata del artífice de ‘Arrugas‘ y caracteriza, como decimos, casi mejor que en cualquier otro título de su tebeografía, a este ‘El invierno del dibujante‘ del que ahora nos ofrece Astiberri una Edición Ampliada para conmemorar su ¡¡10 aniversario!! —como diría Mafalda «¡¡Mecacho!! ¿Dónde se fue la última década?».
Añadiendo al volumen original un pequeño puñado de páginas finales que incluyen una historieta corta de seis páginas publicada en El País Semanal, este enésimo reencuentro con las magistrales páginas que Roca cuajaba hace dos lustros ha dejado al descubierto, de manera incuestionable, que estamos ante uno de los cinco mejores trabajos del autor —he estado a punto de decir tres, pero ‘Los surcos del azar’, ‘La casa’ y ‘Arrugas’, por ese orden, pesaban demasiado como para dejarme ir—, un tebeo que mira con nostalgia pero sin poesía a la España de 1957-1958, que carga las tintas en ser lo más honesto posible, que homenajea a mitos del noveno arte de nuestro país sin necesidad de mitificar —es más, casi diría que consigue la hazaña sometiendo a los protagonistas a un proceso más o menos intenso de desmitificación— y que nos traslada de manera precisa gracias a una labor de investigación exhaustiva a un tiempo diferente, no ya de manera general para un país que mucho ha cambiado desde entonces, sino para una profesión que, afortunadamente, lidia con otros problemas bastante diferentes a los que tenía que confrontar en la era Bruguera.
Exentos de derechos sobre sus creaciones y sometidos a contratos leoninos, a jornadas de trabajo extenuantes y a unos patrones inamovibles —que, por otra parte, serían los que marcarían a fuego la forma de hacer tebeos de la editorial— cinco apellidos que son historia viva del tebeo patrio dijeron «basta» al «esclavista» sistema de producción de Bruguera y decidieron montar por su cuenta la aventura que tomó forma con la efímera revista ‘Tío Vivo‘, primer experimento de algo que todavía tardaría décadas en tomar forma y, más aún, gesto por una libertad que, después de casi dos décadas de régimen, los españoles comenzaban a considerar una quimera algo imposible. Porque, que quede claro que, al margen de centrar su mirada en Escobar, Cifré, Peñarroya, Conti y Giner —amén de Vázquez, Ibáñez y algunos de los nombres más visibles de la parte corporativa de la editorial—, lo que Roca ofrece en ‘El invierno del dibujante’ es un fresco elocuente y cargado de mordacidad envuelta en sutileza de la pesadumbre que se respiraba en la España de hace siete décadas.
En esa reconstrucción, que toma forma en las voces de los «personajes», en sus inquietudes, en las conversaciones que cruzan y en las miradas que comparten, adquiere protagonismo inmediato lo maravilloso del trazo de Roca: pulido a lo largo de sus casi tres décadas de trayectoria profesional, a lo minucioso del dibujo del valenciano se une aquí una atención extrema porque cada lugar de los que se nos muestran aparezcan ante nuestra mirada con una dimensión de exactitud que si de algo habla, es del extraordinario nivel de compromiso del artista para con su obra. Ya la soberbia portada debería servir de claro indicativo de un interior plagado de detalles que nunca, nunca, resulta sobrecargado. Un interior en el que los protagonistas, tridimensionales como ellos solos, se mueven en escenarios que nunca se antojan como fondos de cartón piedra sino como tabiques, muros, suelos y calles llenos de la vida que tendrían de ser estas viñetas fotogramas seleccionados de una imposible película. Una película que, por momentos, bien podría haber sido firmada por el inconmensurable Luis García Berlanga y que, con un sentido del humor bastante conciso, una capacidad para evocar tremendamente arrebatadora y un sentido del color que nunca cesa de maravillar hace de ‘El invierno del dibujante’, como de tantos otros volúmenes de la producción de Roca, un hecho imprescindible.
El invierno del dibujante. Edición ampliada
- Autores: Paco Roca
- Editorial: Astiberri
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 144 páginas
- Precio: 18 euros