'El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde', al grano

Casi dos años hace ya, y parece ayer, que pudimos asomarnos, atónitos, a lo que Santiago García y Javier Olivares ponían en juego con ‘La cólera‘, un trabajo que nos pilló en pleno confinamiento y que, bajo esas circunstancias tan extraordinarias a las que nos vimos sometidos, vio sin duda aumentada la onda expansiva de la explosión de creatividad y juego con los engranajes del medio que suponía tan SUPERLATIVA aproximación a la obra de Homero. Todavía a la espera de que ambos autores vuelvan a juntar genios y nos regalen otro de esos tebeos llamados a engalanar nuestras estanterías, nos conformamos, y no precisamente a regañadientes, con la reedición que Astiberri nos ofrece —casi como supieran intuir el hambre de viñetas de García y Olivares y quisieran apaciguarla momentáneamente— de la magnífica adaptación que los españoles hacían de uno de los dos relatos más universales salidos de la pluma de Robert Louis Stevenson: un relato que ha conocido incontables adaptaciones pero que, en manos de tan virtuosos nombres, encuentra aquí un inesperado y soberbio ejemplo de economía narrativa.

Queda claro, por la extensión del álbum —40 páginas en total incluyendo los jugosos extras que acompañan a esta nueva edición— que la aproximación de García y Olivares a ‘El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hide‘ no pretende, al menos en apariencia, pasar a convertirse en el canon futuro por el que medir aquello que mejor ha sabido interpretar la obra del literato estadounidense. Que en última instancia lo consiga no habla de otra cosa que del preciso destilado que se hace del texto original para extraer de él sólo la información esencial con la que acercar tan inmortal historia al lector de tebeos que nunca haya dado cuenta de ella sin que, en la «traducción» —no sólo la de idioma sino la de medio artístico— no se pierda ni un ápice de lo que la novela es capaz de ofrecer.

El resultado, como decimos, hace gala de una economía superlativa que se nutre, obviamente, tanto del manantial que es el guión hilvanado por García a partir de las palabras de Stevenson como, sobre todo, por el trabajo de un Javier Olivares que nos deja, algo habitual en él, páginas dobles de auténtico genio en las que la fusión texto-imagen no sólo es satisfactoria hasta decir basta, sino un dechado de virtudes en lo que respecta a concretar ideas mil en un espacio que pierde cualquier alusión que se le quiera hacer en términos de «reducido» para pasar a convertirse en un lienzo de resonancias ilimitadas. Pocas veces recomendaremos una adaptación de tebeo como sustituto de la lectura de su equivalente literario —siempre hemos visto estas traslaciones a viñetas como un complemento y no un sustitutivo— pero creedme cuando os digo que lo que García y Olivares cuajan aquí bien valdría romper esa norma.