Hacía tiempo que buscaba una excusa para hablar de ‘El Eternauta‘, una de esas joyas de las que marcan un hito en la historia. No sólo la historia del cómic, sino que para mí es un hito de la ciencia ficción y, además, del arte latinoamericano. Y la excusa me la da mi reciente artículo sobre cinco héroes creados en latinoamérica. Pero sin embargo no es fácil, nada fácil, acometer una reseña justa de este monumental cómic. Simplemente por su inmensidad de matices, sutilezas y dobles e incluso triples lecturas que se dan en poco más de 350 páginas de cómic.
‘El Eternauta’ es una obra escrita por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López para la revista ‘Hora Cero Semanal‘, semanario historietístico que empezó a publicarse en 1957 en Argentina. Era una de las tres historias que conformaban ese semanario junto con ‘Ernie Pike‘ del maestro Hugo Pratt y ‘Randall the Killer‘ de Arturo del Castilo. Una revista con menos de veinte páginas en formato apaisado y blanco y negro.
‘El Eternauta’ destacó por encima de sus compañeras de fatigas, convirtiéndose en el clásico de la historieta que se ha convertido hoy. Solemos decir de ‘Watchmen‘ que fue la historia con la que el cómic americano se hizo adulto, en Argentina esta madurez llegó casi treinta años antes. Me gustaría que me acompañáseis en un pequeño estudio, en varias partes, que le quiero dedicar a esta obra magna, su remake, su secuela y las historias que le sucedieron tras la desaparición de Oesterheld.
Contexto histórico e historietístico
Antes de empezar a analizar ‘El Eternauta’ en sí es casi obligatorio explorar un poco el contexto histórico en el que la obra salió publicado. El peronismo había sido derrocado dos años antes por la llamada Revolución Libertadora que se había hecho con el poder mediante un golpe de estado, el gobierno militar estaba concediendo paulatinamente el control de Argentina a órganos civiles y los medios de comunicación empezaban a respirar cierto aire de libertad de expresión tras duros años de censura… claro que en aquella época Argentina era un país de alta inestabilidad política, un auténtico polvorín, así que en cualquier momento podrían cambiarse las tornas.
En el mundo de la historieta surgieron en 1957 dos nuevas editoriales, una es Nopra de Juan Carlos Columbres, más conocido como Landrú, y la otra fue Frontera, creada por H. G. Oesterheld, cuna de la mítica «franquicia» de revistas ‘Hora Cero’. En un momento en el que también desde la historieta se empezaban a buscar temáticas diferentes.
‘El Eternauta’ de Oesterheld y Solano López
‘El Etenauta’ se publicó en las páginas de ‘Hora Cero Semanal’ durante ciento cinco semanas, es decir, dos años y una semana de entregas ininterrumpidas, desde el 4 de septiembre de 1957 hasta el 9 de septiembre de 1959. Más de 350 páginas de historieta elucubradas por H. G. Oesterheld y F. Solano López.
El argumento es el siguiente Juan Salvo se encuentra con sus amigos (Favalli, Lucas y Polski) jugando al truco cuando de repente se dan cuenta de algo: hay un silencio sepulcral. Pronto descubren que está nevando en Buenos Aires y que esa nevada fosforescente está causando la muerte a todo ser vivo que la toca. Esta nevada infernal es la precursora de una invasión extraterrestre.
Comienza así un relato desolador sobre una invasión secreta y silenciosa que narra todas las fases de la invasión y la guerra como conceptos. Una historia narrada por el mismo (y siempre desde ese punto de vista) Juan Salvo, cuyo vagar por la Eternidad le ha valido el sobrenombre de Eternauta quien aparece en el estudio de Oesterheld para narrarle los hechos que acaecerán en un futuro bastante próximo.
La verdad es que solo me salen halagos para el terreno artístico de ‘El Eternauta’. Bien decía Carlos Trillo en el imprescindible prólogo para la edición 50 aniversario de esta obra que Solano López hacía expresivas hasta las piedras. Es una frase que define a la perfección la narrativa del dibujante. Un dibujo a veces tosco, pero que transmite y nos cuenta todo lo que pasa en ese momento.
Oesterheld, por su parte, hace lo propio, nos lleva por toda una Buenos Aires completamente desolada. Oesterheld se ve sujeto, esclavo más bien, a las características de la publicación de la historieta. ‘El Eternauta’ se va realizando semana tras semana con una idea general sobre la serie pero creando la historia semanalmente. Sin embargo esta característica, que ahora mismo solo sobrevive en el manga, pasa desapercibida para el que lee el tomo con la obra completa. Uno como lector puede intuir en algunos casos dónde acababa la entrega semanal y empezaba la siguiente, pero esta intuición es vaga. Claro que en las ediciones recopilatorias el resumen que Oesterheld preparaba semana tras semana es obviado.
Forma entonces una historia realmente compacta, bien escrita y bien dibujada. Es una de esas obras de aparente inocencia (ya ves, invasión alienígena en Buenos Aires) pero que alcanza una profundidad bastante interesante. Con situaciones de todo tipo que merece la pena analizar con detenimiento. Pero no será en este primer acercamiento a ‘El Eternauta’. Os emplazo a un segundo acercamiento que publicaré esta semana (espero) en el que analizaré el trasfondo que lleva las aventuras de Juan Salvo y compañía.
Podría darte centenares de nombres. Y no te mentiría: Todos han sido míos. Pero quizá el que te resulte más comprensible sea el que me puso una especie de filósosofo de fines de siglo XXI… El «Eternauta» me llamó él…
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