Cuando ve la luz en las páginas de ‘Metal Hurlant‘ allá por 1979, el Mayor Grubert y su garaje hermético se convierten de forma instantánea en la personificación de la inmensa capacidad de experimentación que Moebius fue capaz de plasmar a lo largo y ancho de toda su obra. Carente de un hilo conductor y partiendo de lo que originalmente Giraud definía como «un chiste gráfico, una broma, una mistificación que no podía ni debía conducir a nada, que no requería ninguna continuación» las historias situadas en el alucinado mundo creado por el Mayor se sitúan por méritos propios entre lo mejor que el desaparecido genio ha legado al noveno arte. Como podréis imaginar, ‘El cazador cazado‘ no es una excepción.
Adentrarse en el mundo del garaje hermético es tener que aceptar una serie de reglas no escritas bajo las cuales se rige, o no, el relato que estamos a punto de leer. De hilo conductor caótico, con personajes que aparecen y desaparecen ante nuestros ojos sin que sepamos ni quiénes son ni cuál es su papel en la marco de la historia, el trasfondo de todo aquello que transcure en el garaje hermético tiene una gravedad esquiva que el lector nunca llega a sentir como tangible aunque tenga la plena certeza de su existencia.
Es por ello que, si normalmente en un cómic el dibujo y la narrativa secuencial son de gran importancia, la dimensión que ambos adquieren en las historias del Mayor Grubert resultan vitales a la hora de poder aprehender algo más de lo que Moebius quiere transmitirnos. Y es precisamente aquí, en la fuerza de las composiciones, en la extrañeza de sus intricados y detallados paisajes, en la genialidad con la que es capaz de capturar hasta el más mínimo gesto en el rostro de sus fantásticos protagonistas y en la forma en la que el genio francés se deja la piel en cada plancha donde las historias del garaje hermético en general y ‘El cazador cazado’ en particular encuentran su punto álgido.
Llegados a este punto resulta más que obligado hacer mención a la espectacular edición que Norma nos ha regalado con esta última incursión (y que alguien me corrija si no es así ya que no he podido encontrar información que contradiga esta afirmación) de Moebius en su particular mundo. Tamaño álbum en tapa blanda, el papel elegido para la ocasión, un acuarelable satinado, deja que las impresionantes tintas del autor luzcan en todo su esplendor, y no resulta extraño, ante la potencia de lo que el artista plasma, sentir la necesidad de leer cada página dos o tres veces para así apercibirse de todo lo que en las planchas va apareciendo.
La grandeza de la edición, unida a la singular excelencia que muestra el dibujo en todas y cada una de las 60 páginas que conforman el álbum serían motivos más que suficientes para justificar la compra de ‘El cazador cazado’. Si para colmo añadimos a la mezcla la capacidad del volumen para dejar perplejo al lector con su jerga aparentemente incomprensible, su sentido del ritmo narrativo, su constante búsqueda de nuevos recursos visuales y ese sabor bigger-than-life que impregna toda la lectura, pocas son las excusas que pueden buscarse para no terminar cayendo preso de ese fértil terreno que fue el desierto del garaje hermético.
- Autores: Moebius
- Editorial: Norma
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 60
- Precio: 20 euros
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