Tres son, en el humilde entender de este redactor, los puntos cardinales del western en el cómic francobelga —cinco serían si de lo que estuviéramos hablando fuera del europeo en general, pero no es el caso*—. A saber: El ‘Blueberry’ de Charlier y Giraud, obviamente. El ‘Bouncer’ de Jodorowsky y Boucq, obviamente. Y el ‘Durango’ de Yves Swolfs…obviamente. Vale, supongo que no estaré descubriendo nada nuevo, pero sirvan estas breves líneas introductorias para dejar claro la suma relevancia que el cómic de Swolfs comporta dentro de la historia del tebeo europeo en general y del género de «cowboys» en particular y para fijar un concepto clave del resto del artículo: que no hay nada negativo que decir sobre ningún aspecto de cuántos rodean a este soberbio tebeo.
Ni siquiera el hecho de que el Swolfs que vemos aquí acuse cierta bisoñez en lo gráfico si se le compara con el más tardío en esta misma serie o, por ejemplo, en la enorme ‘El príncipe de la noche’, sería motivo de queja cuando el extraordinario nivel que el artista demuestra en estos primeros compases de su trayectoria artística superan, con mucho, lo que algunos coetáneos suyos llegaron a desarrollar en el arranque de sus carreras: consumado narrador y asombroso conocedor del género en el que enmarca su primera obra de importancia, el dominio de las expresiones que siempre ha caracterizado el trabajo del belga se hace aquí ostensiblemente relevante por la vital importancia que, en el desarrollo de todas las historias, adquieren los primeros planos.
Gracias a Yermo, por fin podemos disfrutar como se merece tan magno material y olvidar los sinsabores que nos dejó, hace cosa de una década, la anterior edición en formato reducido que nos trajo Planeta DeAgostini.
Unos primeros planos que, por su uso, acercan al trabajo de Swolfs a lo que Sergio Leone había desarrollado una década antes en aquellos inolvidables títulos que sirvieron al cineasta italiano para renovar —casi de pies a cabeza— un género que, al otro lado del océano, daba horrendos estertores. Con el artífice de ‘La muerte tenía un precio’, ‘Por un puñado de dólares’, ‘El bueno, el feo y el malo’ o esa OBRA MAESTRA que es ‘Hasta que llegó su hora’, en mente, la dilatación del tempo narrativo a la que podemos asomarnos aquí o el intercalado de miradas de tan suma relevancia en los duelos «leonescos» son constantes que marcan a fuego el devenir de una colección que, en lo argumental, también resulta asombrosa.
Sí, Swolfs tira de clichés y situaciones arquetípicas como cualquier hijo de cristiano —como ya he dicho en alguna otra ocasión, innovar en el tejido del western es cosa casi imposible dado el recorrido del género en el cine—, pero lo hace tan bien, acerca tanto a su personaje al Josie Wales de Clint Eastwood —diría también al William Munny de ‘Sin perdón’, pero es posterior a Durango—, construye a unos villanos tan profundamente detestables —genial la elección de Klaus Kinski, por ejemplo, como el rostro de la primera némesis a la que debe hacer frente nuestro particular héroe— y enhebra un continuo tan bien planteado de álbum a álbum que resulta imposible resistirse a la incuestionable verdad que apuntábamos al comienzo: que hablar de ‘Durango’ es hacerlo de una serie IMPRESCINDIBLE y de una de las cimas más indiscutibles de cuántas ha conocido el far west en viñetas.
* Por si alguien tiene alguna duda de cuáles serían esos dos títulos que conformarían el quinteto, indiquemos que éstos serían ‘Tex’ y esa cumbre de la producción de Víctor de la Fuente que fue el ‘Sunday’.
Durango. Volumen I
- Autores: Yves Swolfs
- Editorial: Yermo ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 192 páginas
- Precio: 38 euros en
Le vas a tener que echar un vistazo al Comanche de Greg y Hermann.
Seguro que cambias de opinión para equipararlo al nivel de Blueberry tras abordar su lectura. Saludos, Sergio.
Si lo sé, Winch, lo sé, pero nunca encuentro el momento para «meterle mano». A ver si me pongo en firme este verano y busco un hueco entre lo mucho que se acumula en las estanterías del estudio 😛