‘Duerme pueblo’, ¿pero quién mató al tonto?

Si sois jugones es más que probable que la lectura de ‘Duerme pueblo’ os haya provocado la misma sensación de familiaridad con un título en concreto de esos que casi todos los coleccionistas de juegos de mesa tienen en su ludoteca. Y es que me resulta muy difícil creer que sea una mera casualidad el que el volumen ideado por Núria Tamarit y Xulia Vicente se acerque tanto a lo que bien podría ser una partida de ‘Los hombres lobo de Castronegro’, el juego narrativo de Philippe des Pallières y Hervé Marly en el que un grupo de amigos se convierten en habitantes de un pequeño pueblo acosado por unos hombres lobo y cuyo objetivo es descubrir quiénes son los licántropos antes de que se cobren como víctimas al resto de integrantes de la partida.

Como digo, la premisa de partida de ‘Duerme pueblo’ es tremendamente similar al discurso de fondo de ‘Los hombres lobo…’, desarrollándose la historia que Tamarit y Vicente ponen en pie en un pueblo del Norte de España —el Norte profundo, aclara la contraportada del volumen— donde, un buen día, aparece muerto el «tonto» del lugar, un hecho insólito que prende la llama de la intolerancia hacia aquellos que son diferentes y que no viven según «las normas» establecidas por las mentes bienpensantes, esas que hablan mucho pero que tienen aún más que ocultar y que son capaces de manipular a su antojo a la masa si ello conviene a sus fines.

Pero el interés de las autoras no se vuelca en construir un thriller que se prolongue lo indecible dando vueltas alrededor de quién podrá ser el culpable de la muerte del chaval. No, sus intereses se mueven en una dirección completamente opuesta que parece ir encaminada a abundar en esos personajes tan carismáticos que, definidos con cuatro brochazos de guión y diseñados con una espléndida simplicidad por el trazo compartido de Tamarit y Vicente —personalmente me quedo, sin saber a quién pertenece, con el que se imprime en tonos azulados—, son el mayor hallazgo de la lectura. Una lectura tremendamente entretenida y divertida, bien narrada y mejor dibujada que se pasa en un suspiro y que, ya lo apuntaba mi compañero Jaime en su reseña, atesora suficiente potencial como para esperar grandes cosas de sus responsables.