El arranque del cuarto volumen de ‘DMZ’ np podría servir de testimonio más elocuente y categórico acerca de lo visionario y anticipado del contenido con el que Brian Wood dotó a esta historia ficticia sobre un Nueva York desmilitarizado que, entre dos frentes en conflicto, servía al guionista para exponer muchos de los males que aquejan a la sociedad estaodunidense y que, por extensión, son endémicos de este mundo y esta época en la que nos ha tocado vivir: no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que el arco argumental con el que Wood abre la lectura, ‘Corazones y mentes’, no era más que fiel reflejo del conflicto en el que Estados Unidos se había embarcado en oriente medio tras el 11-S; que el ficticio gobierno de Parco era un émulo del régimen talibán; que aquél era un sosias de Bin Laden y que la bomba nuclear que aquí nadie llegar a ver era la versión reducida de aquellas armas de destrucción masiva que nunca se encontraron en la Segunda Guerra del Golfo.
Tan furibunda arremetida contra la belicosa política exterior del gobierno estadounidense, que forma parte de la idiosincrasia con la que Wood marcó a fuego todo el recorrido de la serie, encuentra portentosos exponentes en el resto de un volumen que interrumpe la normal «emisión» de Riccardo Burchielli, el efectivo dibujante regular de la cabecera, para apartar el foco de Matty Roth y sus desventuras por la asolada Gran Manzana a fin de permitir asomarnos a otros de los muchos personajes que conforman está ópera coral cargada de rabia que es, sin duda alguna, cúspide indiscutible de la trayectoria del escritor yanqui.
De entre ellas, de entre esas historias que nos aproximan a las vidas en la DMZ de algunas caras más que conocidas, este redactor se queda, no tanto con ese ‘Notas desde la clandestinidad’ en el que artistas como Jim Lee, Fábio Moon, Lee Bermejo, Eduardo Risso o Dave Gibbons ponen su talento al breve servicio de sucintas anécdotas sobre Zee, Kelly o Wilson, sino con tres de los cinco números que conforman ‘Castigo colectivo’, el arco argumental que da cierre al cuarto volumen y que contiene el trabajo de Nathan Fox para con el líder de Chinatown, la aportación de Cliff Chiang en una historia con mucho corazón o el portentoso y muy personal estilo de Daniel Zezelj para la más reivindicativa de todas las que dan continuará al volumen llamado a cerrar tan superlativo título.
Un título que en los doce números que ECC recoge en la quinta y última entrega de su espléndida edición de ‘DMZ’, no se apresura en ningún momento hacia su elegíaco final, sino que, como ha ido discurriendo hasta entonces, se toma las cosas con calma para exponer con precisión todo aquello que conduce hacia su conclusión. Ésta, que suele venir arropada de decepción cuando de rematar tan sobresaliente contenido se refiere —incontables con las series que, de recorrido impoluto, han fracasado de manera terrible en su envite final— deviene en un último y categórico golpe de autoridad por parte de un Wood que, menos aún que en toda la exposición anterior, no se esconde tras trabajadas metáforas y reflexiona en voz alta y sin miedo acerca del futuro de su país, uno que en el momento de la publicación original de estos números parecía querer volver a iluminar al mundo y que, hoy por hoy, se encuentra sumido de nuevo en una de las peores y más oscuras etapas de su breve historia.
Pero antes de que dicha reflexión nos deje pensativos y, al menos en parte, henchidos de esperanza, lo que Wood y Burchielli —que se encarga de diez de los doce ejemplares— ponen en juego sólo puede ser calificado de GENIAL. Poco se puede revelar en estas líneas acerca de aquello por lo que aquí transita la existencia de Matty, así que baste con afirmar que la cantidad de ases en la manga que se guarda Wood, para dejar atónitos a todos aquellos que hubiéramos pensado que la serie ya no podía llegar más alto, es de tal calibre que no sería nada descabellado aseverar que en ‘DMZ’ Vertigo alcanzó una de sus cinco mejores cimas.
Coronadas las otras cuatro por Neil Gaiman y ‘Sandman’, Brian K. Vaughan e ‘Y, el último hombre’, Jason Aaron y ‘Scalped’ y, por supuesto, por Garth Ennis y ‘Predicador’, que ‘DMZ’ juegue con ventaja en la misma liga que tales titanes del noveno arte es claro indicativo de que lo que Brian Wood nos ofreció durante seis años es un hito incuestionable en el mundo de la viñeta. Uno de esos a los que será obligado volver en el futuro para comprobar si alguna de las «profecías» aquí enunciadas han llegado a cumplirse o si, por el contrario, el mundo sigue sobreviviendo, a duras penas, a su propia demencia y al impulso de autodestrucción de la especie humana.
DMZ vols.4 & 5
- Autores: Brian Wood, Riccardo Burchielli y VVAA
- Editorial: ECC
- Encuadernación: 2 volúmenes cartoné
- Páginas: 384 & 304 páginas
- Precio: 32,77 & 28,02 euros aquí y aquí
Lo estaba leyendo con curiosidad distante hasta que la habéis puesto a la altura de Sandman, Predicador y Y. Vale, ahora tenéis toda mi atención. Poca broma ahí.
Y que lo digas, Jomonge, hablar de ‘Sandman’ y ‘Predicador’ es hacerlo, no ya de, como decíamos, dos de las mejores series que Vertigo publicó en sus años de gloria (antes de ser asimilada en la actual DC) sino de dos títulos que se alzan, por méritos que sería muy difícil resumir aquí, como sendos tebeos de esos que hay que leer, al menos, una vez en la vida.