‘CES Los 4 Fantásticos Vol.2’, pudo haber sido algo grande

Es una pena que nadie recuerde con excesivo entusiasmo la etapa Spanish de una de las series más famosas de La Casa de las Ideas. Cuando se anunció que dos autores como Rafa Marín y Carlos Pacheco desembarcaban en Los 4 Fantásticos con la intención de devolver toda la grandeza “kirbiana” al título, pocos podían imaginar que la cosa terminaría como finalmente ocurrió. Y no es por falta de calidad de los nombres implicados, no, el motivo tenía más de injerencias editoriales.

Con un Jeph Loeb repasando los textos para que estos no resultaran chirriantes y un Pacheco faltando a su cita con los lápices, la colección poco a poco fue perdiendo empuje, ese puntito extra que hace que el aficionado espere la salida del tebeo como agua de mayo. Muchos han criticado también la falta de originalidad en el planteamiento de las historias firmadas por la armada española, la presencia de Byrne está siempre ahí, en cada una de las páginas de esta etapa, y casi todo lo que podemos leer en este ‘CES Los 4 Fantásticos de Pacheco y Marín Volumen 2’ ya lo hizo en su momento el barbudo británico.

Pero tranquilos, que nadie se vaya a asustar, no será la primera vez que alguien toma como referencia algunos de los tebeos más laureados de este o aquel grupo de superhéroes. La lectura de este voluminoso tomo es bastante agradecida, con momentos brillantes, por lo que al final terminaremos perdonando los múltiples homenajes que podamos encontrar. Prepárense para uno de los momentos clave firmados por el tándem gaditano: el asesinato de Galactus. Una saga que empieza con la cabeza del devorador de mundos aterrizando en pleno centro de Manhattan. Y qué decir de la novela gráfica dedicada a Los Inhumanos con ilustraciones de José Ladrönn.

Lo dicho, unos comics que sí, pueden tener sus defectos y sus momentos bajos pero que, hoy en día, raro es el que no muestra algunos de estos defectos. Al final nos quedan un puñado de tebeos que captan a la perfección el espíritu de las primeras aventuras, un regusto clásico que, al fin y al cabo, es lo que perseguían los autores. Y aunque Pacheco se “pierda” en más de una ocasión, sus substitutos son los suficientemente buenos como para no echarlo de menos, bueno, al menos no demasiado. Y así termina una aventura cargada de buenas intenciones que por una razón u otra no terminó de encandilar todo lo que debiera a un ilusionado público pero que admite una lectura cada cierto tiempo.
[Grade — 7.50]