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V. Kingdom Come

‘Black Dog. Los sueños de Paul Nash’, onírica magistral

Decíamos no hace mucho, con motivo del repaso que hacíamos al primer volumen de ’14-18′, que este año será el que cierre los cuatro de conmemoración del centenario de la Primera Guerra Mundial. Una conmemoración cuya repercusión en el mundo de los tebeos ha sido más o menos limitada y que, no obstante, encuentra en ‘Black Dog. Los sueños de Paul Nash’ un escaparate sin igual mediante el que ese genio llamado Dave McKean —porque lo es, es un GENIO— nos permite asomarnos, como sólo el podría haberlo hecho, a la figura de Nash. Pintor inglés de influencia surrealista, aunque Nash había comenzado su trayectoria como artista antes de la contienda, sería la guerra la que terminaría de consolidar su reputación, convirtiéndose durante la misma en pintor oficial del gobierno británico entre 1917 y 1918.

Trabajo comisionado por el programa 14-18 NOW, creado especialmente —como os podréis imaginar— para generar obras que conmemoren tan funesto lustro de la historia de la humanidad, creo imprescindible para entender en toda su amplitud la aproximación de McKean a la vida de Paul Nash, haberse asomado de manera previa a alguno de los títulos que conforman la apasionante trayectoria de este artista multidisciplinar al que el epíteto renacentista se le queda algo corto: ilustrador, guionista, escritor, director y editor de cine, compositor, fotógrafo…el alcance de lo que el británico ha creado a lo largo las últimas tres décadas encuentra perfecta medida en ejemplos como ‘Arkham Asylum’, ‘Cages’, ‘Casos violentos’, sus ya legendarias portadas para ‘Sandman’ o, qué sé yo, ese experimento visual que fue la muy estimulante ‘La máscara de cristal’ (‘MirrorMask’, 2005), filme guionizado por Neil Gaiman sobre un argumento escrito a cuatro manos junto a McKean y que producirían los Jim Henson Studios.

Con un currículo que no hace más que empezar con las muestras antes citadas, decía que haber disfrutado de alguna de ellas —mejor de muchas, claro está— se le antoja a este redactor requisito indispensable para contar en nuestro bagaje lector con una idea previa que ya haya establecido, de forma más o menos consistente, los derroteros por los que se mueve la narrativa gráfica de McKean. No creo necesario apuntar a ‘Arkham Asylum’ o ‘Cages’ como las que mejor servirían a tal fin pero, por si acaso, queden ahí mis más encendidas recomendaciones hacia dos volúmenes asombrosos, llenos de recursos que sólo podemos encontrar en el catálogo de obras del de Maidenhead, algo que lo convierte, qué duda cabe, en un nombre único en el panorama actual.

De hecho, no se me ocurre otro dibujante atista —llamar dibujante a McKean podría parecer un insulto a tan ecléctica personalidad— más adecuado para poder traducir al papel toda la componente onírica que podemos encontrar en los lienzos de Nash. Preñada pues de una arrebatadora personalidad que se adentra sin arredro en el mundo de los sueños y que, es más, pocas veces se inclina por mostrar en estado de vigilia a su protagonista, es ‘Black Dog’ todo un rosario alucinante —y algo alucinógeno, para qué vamos a engañarnos— de las capacidades de McKean para fascinar más allá de lo que puede expresarse con torpes alabanzas.

Haciendo de la variedad extrema la norma a seguir durante las 120 páginas que conforman el álbum publicado por ECC, los juegos narrativos de McKean son tantos, tan diversos y de una calidad tan asombrosa, que es imposible pasar una nueva página y no quedarse extasiado ante las imaginativas soluciones que propone el británico. Resultaría harto complicado dar aquí cuenta de todas y cada una de ellas, de hecho, resultaría harto complicado dar aquí cuenta de sólo alguna de las que quedan impresas en papel por la complejidad que entrañan a la hora de intentar describirlas: con pocas planchas ciñéndose a un esquema tradicional de viñetas ortogonales —su aparición se reserva a los escasos instantes en que la lectura se aleja del estado de ensoñación del protagonista—, la liberación de las ataduras de las constreñidas estructuras aviñetadas hace de ‘Black Dog’ un vehículo constante de magistral experimentación con multitud de técnicas diferentes que van desde el lapiz al collage, pasando por la acuarela o el óleo.

Maestro en todas ellas, el constante asalto a nuestros sentidos que lleva a cabo McKean encuentra, dentro de la sobresaliente personalidad bajo la que cabría calificar al conjunto, instantes tan superlativos, de tanta belleza, que no será extraño notar la aparición de síntomas asociados al síndrome de Stendhal mientras nuestra mirada discurre, atónita, ante el despliegue de genialidad que aquí queda recogido: atendamos por ejemplo a la doble página interior que tenéis más arriba, todo un dechado de exposición ante el que es imposible quedarse impávido sin compartir, aunque sólo sea en una pequeña parte, el dolor que en ese momento invadió a Paul Nash. Que dichas sensaciones trasciendan la bidimensionalidad de la página y nos golpeen con tanta intensidad queda reforzado por unos textos sublimes entre los que destacan los muy inspirados poemas —vigoroso el aplauso que pediría aquí para Sara Bueno, la traductora del libro— que, aquí y allá, salpican la narración.

No puedo decir más…bueno, sí podría, podría escribir muchísimo más sobre ‘Black Dog. Los sueños de Paul Nash’, pero no quiero. Mi deseo es que los párrafos anteriores hayan suscitado de manera inequívoca vuestra curiosidad y que, guiados por ella, os hagáis con una copia de la que, sin duda, es la mejor lectura que este redactor ha hecho en lo que llevamos de año. Una OBRA MAESTRA, sin lugar a dudas.

Black Dog. Los sueños de Paul Nash

  • Autores: Dave McKean
  • Editorial: ECC
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 120 páginas
  • Precio: 17,05 euros en

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