‘Batman: Gotham noir’, una historia más

En los setenta y cinco años que hace poco transcurrían desde que Bob Kane se sacara de la chistera al alter ego vigilante del multimillonario Bruce Wayne, incontables han sido las historias que dibujan el amplio espectro que cubre el particular Universo de Batman. Un espectro en el que, obviamente, ha habido lugar para todo, desde lo deleznable a lo olvidable pasando por lo correcto y lo notable hasta llegar a lo sobresaliente y, en última instancia, lo magistral. Un olimpo éste último al que muchos nombres han aspirado y al que muy pocos han sido capaces de llegar.

A las puertas se quedaba en su momento, aunque fuera de forma tangencial al caballero oscuro, lo que Ed Brubaker y Greg Rucka planteaban con esa ‘Gotham Central’ que tantas alegrías nos dió a aquellos que, en esos momentos, veíamos al señor de la noche más perdido que nunca en las páginas de sus dos colecciones mensuales. Y nada más que por eso, y porque, qué duda cabe, Brubaker es un puñetero genio del género noir, la lectura de este ‘Batman: Gotham Noir’, por mucho que se tratara de un especial, se antojaba toda una promesa de emociones fuertes.

En su lugar, y como terminó pasando con un muy alto porcentaje de todos los Elseworlds que DC publicó in hilo tempore, lo que Brubaker y su inseparable Sean Phillips cuajan en este relato no es más que la enésima iteración en la mitología del hombre murciélago cambiando un par de detalles aquí y allá. Que dichos detalles sean ideas plausibles e ingeniosas no quita para que, en su desarrollo, las páginas de ‘Gotham Noir’ queden deslucidas por cierta desgana del guionista, que nunca se atreve a dar ese paso que separa lo genial de lo sublime. Algo también achacable a esa anécdota que son las páginas en blanco y negro de Bendis y Gaydos, que descansan en exceso en la broma de servir de émulo aviñetado a los fotogramas de ‘Ciudadano Kane’. Lo dicho, una historia más.