La fórmula de este tomo es simple pero efectiva: junta a un puñado de buenos autores, dales libertad para jugar con Batman como les plazca y oblígales a prescindir del color. El primer volumen cuajó con un montón de historias breves divertidísimas y originales, y con este segundo han conseguido subir el listón.
Siempre me ha gustado Batman porque es un personaje que da pie a historias de muchos palos: acción superheroica prototípica, humor refrescante o terror cavernario, por decir algunas. También ha tenido la suerte de contar con guionistas que han sabido salirse del tiesto con argumentos interesantes e innovadores.
Esta segunda entrega de Batman Black & White sufre los mismos vertiginosos altibajos de la primera, según quién se encargue de las ocho paginitas de rigor. Pero como tengo un corazón que no me cabe en el pecho, me voy a quedar sólo con aquellas que han reafirmado mi pasión por el de los cuernecitos. Empezaré por las mejores de esta recopilación, creadas por los combos Paul Dini/Alex Ross y Alan Grant/Enrique Breccia.
La primera se llama Estudio Práctico y cuenta con la participación del mejor villano de todos los tiempos: El Joker. El guión de Paul Dini nos ofrece un informe psicológico que trata de arrojar luz sobre la intrincada mente del payaso del crimen. ¿Es un perturbado mental o un individuo cuerdo que disfruta realizando las locuras más descabelladas?
Alex Ross se adapta con maestría al blanco y negro. Sus dibujos siguen siendo demasiado estáticos, pero en esta historia logra suplir su carencia con un enorme dinamismo en la composición de las páginas. Sin duda, es la mejor opción para empezar el tomo.
El otro gran acierto de la obra es ¿El fin del murciélago?, que se encarga de cerrar el volumen. Alan Grant se sirve del Espantapájaros para poner a Batman en apuros, cuando le vaporiza uno de esos gases del terror que se gasta.
Pero quien lleva esta historia a lo más alto es Breccia, que aprovecha sus tablas en el terror tras realizar la novela gráfica sobre Lovecraft para recrear con un grafismo estremecedor las imágenes terroríficas producidas por el mejunge del villano. Ya de por sí, el Espantapájaros adquiere el aspecto más inquietante que he visto nunca en ningún cómic, pero lo mejor son las monstruosas transformaciones del Batmóvil e incluso el emblema del pecho de Batman.
Otras buenas historias son la humorística Batsman (de Marie Severin y Ty Templeton) y la búsqueda del Acertijo (a cargo de Walter Simonson y John Paul Leon) de la solución a un enigma de Alicia en el País de las Maravillas:
¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
El autor no dio la respuesta a este enigma del Sombrerero Loco, que en la vida real también ha dado que pensar a muchos autores y estudiosos, entre otros, Aldous Huxley.
Por supuesto, también hay historias que son verdaderos ladrillazos en la cabeza, pero esas ya son cosa vuestra. El murciélago vuelve a vestirse de negro (y blanco), y en noviembre tendremos el tercer volumen de la obra. Una delicia gastronómica.
Más información | Batman Black & White
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