‘Ascender 1. La galaxia hechizada’, magic everywhere

‘Descender‘ terminó, y lo hizo por todo lo alto, de forma apoteósica, afirmábamos en marzo del año pasado. Pero a la natural tristeza por tener que despedirnos de una cabecera que había supuesto una constante alegría en determinado crescendo a lo largo de sus 32 números, se superponía en las páginas de su último ejemplar una inesperada sorpresa: ni Jeff Lemire ni Dustin Nguyen querían perder de vista el rinconcito del universo en el que se habían desarrollado las aventuras de Tim-21 y toda la cohorte de inolvidables personajes con la que el guionista había poblado su fértil cosmos y, en esas páginas de cierre, dejaba plantada la semilla de la secuela. Pero, cuidado, lejos de anticipar una segunda parte que se moviera en los mismos términos de ciencia-ficción, lo que el canadiense planteaba en esos compases finales del último número de ‘Descender’ era todo un giro que nos dejaba con «las patas colgando»: Lemire dejaba un género atrás y movía sus piezas a la fantasía, introduciendo la magia como elemento alrededor del cual giraría ‘Ascender’.

Un año más tarde, y con diez números de la nueva serie regular ya aparecidos, es de recibo dejar muy claro que lo que Lemire y Nguyen están llevando a cabo en ‘Ascender’ está a la misma altura que lo que habían ofrecido en su predecesora. Dicho logro habla por sí sólo de la altura a la que se mueve una historia que, por ahora, ha ido avanzando con paso lento pero seguro, introduciendo poco a poco las piezas que son claves en esta nueva encarnación de su idea primitiva. En este primer volumen en el que Astiberri recoge el quinteto inicial de la cabecera, conoceremos a Mila, la hija de Andy y Effie, dos de los principales protagonistas de ‘Descender’; a Madre, una bruja vampira —sí, hay vampiros de por medio— y villana de la función; y nos reencontraremos con caracteres como Bandido, el perro de Andy o Telsa, la feroz guerrera de pelo rojo.

En otras manos, la introducción de elementos de corte tan diferente a los que hacían funcionar la precisa máquina que era ‘Descender’ habrían sin duda desnaturalizado la grandeza de tan maravillosa serie; pero en las de Lemire —lo de Nguyen y sus acuarelas, por cierto, sigue moviéndose a una altura estratosférica— todo lo que ‘Ascender’ va planteando, sea del palo que sea, queda perfectamente imbricado en un preciso flujo de un género a otro hasta el punto de que se sienta como inexorable que el camino a seguir por la historia era éste y sólo éste. Sabiendo como sabemos lo que os aguarda —bueno, nos, que al segundo volumen no le libra nadie de una relectura—sólo podemos felicitaros si sois de los que todavía, o no han descubierto ‘Descender’ y tienen un apasionante camino por delante, o aún no se han adentrado en ‘Ascender’ y desconocen la magia que aquí les aguarda.