Bonita frase para titular un cómic, y eso a pesar de que el protagonista, un alter-ego del propio autor, es un pesimista redomado. Sus reflexiones sobre la gente y sus recuerdos se reparten por la obra en forma de textos de apoyo que engrosan la lectura sin llegar a empachar en ningún momento, ya que se trata de pasajes más literarios en contraste con otros mucho más dinámicos.
En el cómic, Seth es un joven dibujante canadiense con una vida tan normal como la de cualquiera de nosotros. La chispa que hace arrancar la narración es el descubrimiento en un viejo ejemplar del ‘New Yorker’ de una viñeta cómica de un tal Kalo, dibujante poco conocido cuya figura, como si fuera el Rosebud de ‘Ciudadano Kane’, se convierte en el motor de toda la historia.
Seth decide indagar en librerías de viejo en busca de más páginas publicadas por este enigmático autor, por el que siente un gran interés desde el momento en que sus ojos se cruzan con uno de sus dibujos. Siguiendo su pista, recorrerá diversos escenarios e irá descubriendo poco a poco más cosas sobre él. En paralelo, seremos testigos de su relación con una joven llamada Ruthie.