Después de reventar la taquilla estadounidense, el nuevo filme de Alex Proyas llegará a nuestro país el próximo 8 de abril para tratar de repetir su éxito. Bajo el envoltorio de una peli de catástrofes y ciencia-ficción, el director trata de plantear ciertas reflexiones y temas de debate entre los espectadores de ‘Señales del futuro’. Una intención loable, pero desgraciadamente los giros forzados de guión y el desarrollo de la historia terminan por conseguir que no nos la tomemos demasiado en serio.
La historia comienza en 1959. Ese año, los niños de un colegio de primaria reciben el encargo de hacer un dibujo sobre cómo piensan ellos que será el futuro, dibujos que posteriormente se guardan en una cápsula del tiempo que es enterrada en la entrada del centro educativo. La idea es que justo 50 años después, los niños que por entonces estudien en la escuela la desentierren y vean el trabajo hecho por sus predecesores.
Pero una de las niñas no hace un dibujo, sino que rellena una hoja con multitud de cifras que aparentemente no guardan ningún sentido. Precisamente será su papel el que encuentre Caleb (Chandler Canterbury), el hijo del profesor de astrofísica John Koestler (Nicolas Cage), que será el primero en descubrir lo que esconde esa extraña sucesión de números: se trata de un documento profético que vaticina multitud de catástrofes que se han producido en el mundo durante las últimas cinco décadas.