De entre todos los invitados al Salón del Manga de este año, al que más ganas tenía de conocer en persona era a Kaiji Kawaguchi, autor de Eagle y de la correcta Araragi Express, y quien ha sido galardonado con numerosos premios como el premio Kodansha o el Shogakukan. Entre todos los actos que este veterano mangaka tenía planificados en el evento, destacó una charla en el taller de dibujo habilitado en el mismo.
Kawaguchi habló de alguna de sus técnicas de trabajo a la hora de enfrentarse a las páginas en blanco, las cuales se imprimen especialmente para él (su nombre va impreso en ellas), y que debe rellenar con sus personajes y las situaciones que les plantea. Primeramente el experimentado mangaka mostró algunas herramientas de trabajo, las cuales conserva en una pequeña funda de terciopelo. De estás me llamó la atención el mango portaplumillas al cual acoplaba la punta de la pluma que usa en sus entintados. Dicho mango está modificado para que se adapte a su mano y así hacer más cómoda la tarea del repaso con tinta de los contornos.
Esta necesidad de sentirse cómodo mientras se dibuja puede parecer trivial para algunos, pero el maestro Kawaguchi y su equipo le dedican 15 horas al día durante tres días consecutivos a la tarea del dibujado, con tal de acabar una cifra que ronda las veinte páginas, las cuales son publicadas poco después en las revistas de manga. Así que es básico sentirse a gusto mientras se trabaja con un nivel de dedicación tan alto.
El flujo de trabajo para conseguir estas páginas lo inicia el maestro Kawaguchi, quien realiza la planificación de las páginas que compondrán el capítulo. Una vez estructuradas las viñetas de las páginas y la composición de las mismas, Kawaguchi se enfrasca en la tarea de dibujar los personajes y posteriormente en su entintado. Una vez acabados los personajes de una página, esta es trasladada a su equipo de ayudantes, formado por ocho personas, quienes se encargan de dibujar y definir los fondos de cada viñeta.
Este proceso se repite durante tres días seguidos, tras los cuales Kawaguchi concede un descanso de otros tres días para sus ayudantes. Durante estos días de descanso, el maestro Kawaguchi empieza a pensar en el argumento y la planificación de las siguientes páginas, lo cual, según el propio Kawaguchi, es la parte del trabajo con la que más disfruta junto con el dibujado de los rostros de sus personajes.
Con respecto a dichos rostros, Kawaguchi piensa que son un elemento clave en su obra, ya que son la pieza principal de la información que debe transmitir una viñeta. Kawaguchi ve cada viñeta como una pieza simple de información que debe transmitir un dato concreto sobre la historia al lector. Esta es, según él, la principal diferencia que ve con el cómic europeo, del cual piensa que recarga con demasiados detalles sus viñetas, lo que puede desviar la atención fuera de la trama principal del cómic.
A la hora de dar un consejo a los dibujantes noveles, Kawaguchi es directo:
Tened muy claro lo que queréis contar y cómo lo queréis contar.
Puede sonar a algo obvio, pero es bien cierto que algunos dibujantes se lanzan a la piscina sin flotador y cuando su obra se les va de las manos, lo cual ocurre tarde o temprano, se dan cuenta de que no han acabado donde querían, y eso les lleva a estar descontentos con su propia obra.
No soy dibujante de cómics ni de manga, pero sí lector de ambos formatos y sé que un consejo por parte de un autor experimentado como Kaiji Kawaguchi, quien lleva más de veinte años en el gremio de mangakas, es un regalo muy preciado que no se puede disfrutar todos los días. Los asistentes al Salón del Manga que acudieron a escuchar sus consejos lo pudieron constatar a la perfección.
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