Continuamos andando por las jornadas Tierra de Nadie 2009, paseo que ya comenzamos hace unos días. El recorrido comienza hoy en la sala principal de juegos de mesa, probando algunos juegos que aún no están traducidos, como ‘Adios Amigos’, algunos ya clásicos como ‘Cash n Guns’, o a otros más raros de ver, como ‘WayKick’, un partido entre futbolistas de madera, manejados con imanes bajo el tablero.
Pero dejemos atrás las salas, y vayamos a otro punto caliente: el pabellón cubierto. Este gran espacio estaba ocupado por stands de editoriales y tiendas, o la zona de consolas. Escenografía en madera, miniaturas, accesorios para maquetas, o incluso edificios desmontables en papel satinado para ‘Infinity’ llenan las mesas. En la zona central, varios jugadores mantenían duelos de cartas coleccionables.
En las tiendas vemos las últimas novedades de NoSoloRol, de todo tipo de merchandising, cartas coleccionables, miniaturas o accesorios roleros. Me quedo prendado de los peluches Vader, Yoda y R2D2. Y entonces paso al fondo, a la zona de las consolas.
Hay varios puestos en los que puedes jugar con Nintendos DS, sentado en sillas quizás algo incómodas, y con la consola conectada al puesto. Pero con lo que realmente alucino es con la colección de consolas clásicas a disposición del que quiera rememorar viejos tiempos: Megadrive, Dreamcast, Supernintendo, Ataris, Spectrum… Impresionante. Y para estirar las piernas después de tanto arcade retro, podías probar el Gran Turismo 5 Prolog en una PlayStation 3 instalada en una estructura con asiento, volante y pedales deportivos, con la consola a modo de motor.
Saliendo del pabellón, veo que en las pistas deportivas no juegan al baloncesto ni al futbito, precisamente. Se trata de una partida de Jugger, basado en la película ‘La Sangre de los Héroes’, y que es similar al rugby, pero cambiando los placajes por combates ficticios con armas acolchadas. Cuando un jugador toca a otro con un arma, éste debe permanecer quieto hasta que el juez resuelva el resultado de la acción. Curioso cuanto menos.
Y mientras tomo el camino de vuelta, me encuentro en los jardines con un grupo de gente jugando a algo similar a los bolos, pero usando un palo de madera. Hay que obtener 50 puntos justos, acumulando tiradas. La cosa se complica, porque al tirar un bolo, éste se alza donde haya caído, por lo que cada vez están más lejos. Había que tener cuidado… Pol Cors, de Homolúdicus, se llevó algún palazo, pero eso no contó para la puntuación del lanzador.
En definitiva, Tierra de Nadie es un paraíso para los amantes de los juegos de todo tipo. Familias enteras acuden cada año, puesto que hay oferta lúdica para todas las edades, y el emplazamiento es una maravilla. Imaginad que todo este recorrido ha sido menos de un día, tan sólo una tarde… pasar allí las jornadas al completo es una perdición. A ver si el año que viene puedo pillarme vacaciones para esas fechas, que este ha sido imposible. Nos vemos en Mollina en 2010.
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