‘Pictomania’ segunda edición: refinando la fórmula del otro party de Vlaada

‘Pictomania’, del gran Vlaada Chvátil, vuelve a la carga con una segunda edición que depura algunos elementos de este party game para jugones incluyendo una caja notablemente más pequeña para que nuestras estanterías respiren tranquilas, cartas revisadas para evitar que puedan aparecer palabras repetidas (aun con diferente significado, caso de naranja en una lista de colores y en otra de frutas) y algún cambio de reglas e iconografía para agilizar la partida.

Esta nueva edición, que Devir acaba de lanzar en nuestro idioma, también reemplaza las antiguas pizarras con rotuladores “fáciles” de borrar (que al final son una guarrada y encima tienden a secarse) por un cuaderno de hojas y seis lápices. Cuando leí al respecto me preocupaba que el trazo del lápiz no se viese tan claramente como el de un rotulador, pero Czech Games Edition ha acertado al escoger unos lápices blandos de trazo grueso. Una imagen vale más que mil palabras así que echadle un ojo a la segunda fotografía con mi pequeña obra maestra totalmente ficticia en una partida real.

En cuanto al juego en si, qué decir que no se sepa ya. ‘Pictomania’ es lo más cercano que encontraréis jamás en Fancueva a los juegos de toda la vida que inundan las grandes superficies, pero está a eones de ellos. La diferencia es clara: no tenemos a Vlaada en un pedestal por cualquier cosa, y es que el diseñador sabe desenvolverse sin problemas en todas las ligas… desde la creación de civilizaciones con ‘Through the Ages’ a la colocación de trabajadores de ‘Dungeon Lords’ o ‘Dungeon Pets’, las aventuras de ‘Mage Knight’, la estrategia abstracta de ‘Tash-Kalar’ o la locura de ‘Space Alert’ y ‘Galaxy Trucker’ (todos ellos grandes juegos sin excepción). Y por supuesto, también en los party games, donde ‘Codenames’ rompió moldes y ‘Pictomania’ tampoco defrauda.

Sencillo de explicar, rápido de jugar, pero con una dinámica y un sistema de puntuación que le dan más cuerpo que un simple ‘Pictionary’.

Sencillo de explicar, rápido de jugar, pero con una dinámica y un sistema de puntuación que le dan más cuerpo que un simple ‘Pictionary’. Aquí no hay equipos, aquí todos tienen que dibujar y adivinar al mismo tiempo lo que están dibujando los demás de entre tres tarjetas con siete palabras relacionadas en cada una de ellas. Cuando creas saber qué palabra está pintando algún jugador, corre a poner una de tus cartas numeradas del 1 al 7 frente a él. Si aciertas, te llevarás una ficha de ese jugador con más o menos puntos en función de si se te adelantó o no alguien. ¡Pero no descuides tu dibujo! Si no aciertan lo que estás haciendo tú, todos los puntos que no entregues te restarán del total de la ronda.

Frenético mientras tratas de hacer más cosas al mismo tiempo de las que tu cerebro es claramente capaz, hilarante cuando explicas qué estabas dibujando realmente o lo que pensabas que estaba dibujando otro, y tremendamente rejugable gracias a sus 99 tarjetas divididas en cuatro niveles de dificultad (a ver cómo dibujas “refrán” sin que lo confundan con “metáfora”, “dialecto” o “idioma”). En definitiva, de lo mejor para sacar con la familia y los amigos.

Microreseña publicada originalmente en nuestra cuenta de Instagram.